El Coronavirus (Covid-19) nos ha obligado a pausar buena parte de nuestras vidas y nos ha hecho darnos cuenta que muchas veces corríamos a toda prisa sin un destino y sin ver quién se quedaba en el camino.
A diferencia de otras crisis en la historia, en ésta es en la que menos se nos pide a muchos. Estamos en casa pero en línea permanentemente; podemos comunicarnos con quien deseemos; sabemos qué pasa en tiempo real en cualquier parte del planeta; existe el teletrabajo y hasta podemos pedir comida sin salir.
Primero, ya estábamos alejados
El Covid-19 nos hizo frenarnos y ver que en realidad ya estábamos distanciados socialmente porque ¿cuántas veces nuestra atención estaba más en Facebook, WhatsApp, Instagram o Twitter durante una cena y no en las personas que teníamos al lado?
Ahora, añoramos esa interacción, ese abrazo, ese momento con los demás, cuando antes lo dábamos por un hecho o no lo valoramos. Nuestro anhelo está en el contacto con la otra persona, ese encuentro que se sitúa en el presente, con la voluntad de buscarse y encontrarse en una misma sintonía(Buber).
De pronto, el Covid-19 nos hizo frenar para ver que en ocasiones con quienes menos convivíamos, era con quienes teníamos junto a nosotros. Nos hizo reconocernos y reencontrarnos.
Segundo, somos parte del mismo mar
Redescubrimos algo que era obvio, que vamos en distintos barcos, pero que estamos en el mismo mar. Que nuestras acciones inciden en los demás y hasta en el medio ambiente. Ya sea con el egoísmo y las compras de pánico que dejaron sin víveres a miles o con la generosidad de una persona mayor que dejó su respirador para que un joven viviera.
Vimos que, sin importar de dónde vengamos o cuánto tengamos en la cartera, a todos nos afecta o nos atemoriza lo mismo y que nos une un destino común.
Recordamos el valor de cada oficio y que no hay labor pequeña, dejamos de sobrevalorar otras actividades para ver las esenciales y que a veces no notamos: un enfermero, una médica, un policía, el personal de limpieza, transportistas, despachadores en las tiendas o agricultores.
Tercero, ¿volveremos a lo mismo?
El mundo será distinto después de esta pandemia, no solo por las pérdidas humanas y las consecuencias económicas y sociales sino también en lo personal.
Todavía hay quienes están aburridos y se quejan por estar resguardados en la comodidad de su casa, cuando hay millones que no pueden hacerlo porque si no salen a trabajar no tendrán para comer.
El Covid-19 nos puso un alto y nos hizo ver que tenemos que cambiar la forma en la que interactuamos con los demás y con el planeta. El anhelo es volver a encontrarnos, a abrazarnos y hasta ver la primavera llegar. Aprovechemos este tiempo para crecer porque el mundo no será igual y de cada quien dependerá que sea para bien._