Existe un evento que, según sea el formato o el artista convocante, es la magnitud del mismo. Los conciertos son punto de reunión en donde convergen los seguidores del grupo, banda o cantante, que han preparado todo para presentar su propuesta en vivo. Los conciertos, ese evento sui géneris que no solo nos reúne, sino que de alguna manera, nos conecta.
Y que han evolucionado en muchos ámbitos: recintos, tecnología, producción, boletos y mercancía. Que por cierto, las primeras playeras oficiales de una banda que se llegaron a vender en un festival o concierto, fueron las creadas por los extraordinarios Grateful Dead.
Los conciertos, en donde cientos o miles de personas se congregan para sentir, bailar y cantar al mismo tiempo, coreando en la efervescencia del momento, crean una especie de cofradía entre los asistentes.
Hace poco me puse a hacer una especie de comparativa, o una recopilación mental, de los conciertos a los que he acudido a lo largo de mi vida. Perdí la cuenta, pero lo que no se borra de mi mente, fue mi primera experiencia. Fue un 20 de agosto, día de mi cumpleaños por cierto, en el año 1989, cuando acudí a la presentación de una banda que estaba sonando fuerte en la ciudad: Technotronic.
El locutor sale en escena y presenta a la agrupación, bueno realmente a un DJ genial y la cantante: Ya Kid K. Mi emoción se estaba desbordando desde ese instante. Pensaba a mis 14 años: “¡estoy en un concierto!
Recuerdo que nos habíamos juntado antes los amigos de mi cuadra planeando y hablando de que iríamos por primera vez a un evento de este tipo y con muchas dudas: sobre si nuestros papás nos darían permiso o no; si era un lugar en donde se iban a vender cigarrillos de marihuana o alguna otra cosa referente a eso; o simplemente si el ser parte de estos espectáculos, nuevos para nosotros, nos cambiarían la vida o nuestra forma de pensar y comportarnos. ¡Qué dilema!
Finalmente nos pusimos de acuerdo. Compramos las entradas y en realidad no sabíamos qué esperar. Al final del día, la experiencia fue grandiosa, de esas que se guardan para siempre. Ya en el recinto, la Plaza de Toros Monumental Monterrey, al empezar el show no sabíamos qué hacer, pero esa cofradía que había reunido en el mismo lugar y hora a los fanáticos de la agrupación, nos fundió cada vez más en uno solo ente durante las horas del concierto y simplemente nos dejamos llevar. Eran tiempos diferentes para los conciertos en nuestro país: no existían los grandes recintos y había pocas o flamantes empresas profesionales dedicadas a la producción de estos espectáculos. Tanto las audiencias como los promotores, éramos nuevos en ese tenor.
Otra cuestión importante es que pasaban años entre un concierto y otro. Por ejemplo, cuando Queen llega a México como parte de su gira The Game Tour en 1981, pasaron luego casi ocho años para que Rod Stewart se presentara en varias ciudades del país en 1989 y de ahí pasaron meses para que, en 1990, estuviera en mi segundo concierto a nivel masivo con Bon Jovi en el estadio de los Rayados del Monterrey.
Después de ese momento transcurrieron cerca de dos años para que se anunciara un evento que para mí es como uno de los parteaguas de la industria del entretenimiento en México: se confirmaba que, como parte de la gira Wish Tour, la banda inglesa The Cure se presentaría en nuestro país solamente en una ciudad y era en Monterrey, en el Estadio Universitario. Tengo que confesar que esta noticia me emocionó demasiado. Soy un fanático declarado de The Cure de finales de los 80s y el hecho de que venían a la ciudad me pareció irreal. Ya estaba ahí en mis primeros años de locutor en la XHJD D99 FM y, al parecer, se alineaban los planetas por que nuestra emisora sería la estación oficial, incluyendo un encuentro épico con la banda en medio de la carretera. Éste se llevaría a cabo en la autopista Monterrey-Nuevo Laredo y, ¿qué creen?, en ese tiempo soy convocado para acompañar como asistente a mi colega y maestro Pablo Flores para encontrarnos con Robert Smith y compañía, justo en la primera caseta de aduana, y realizar la entrevista en el trayecto a Monterrey. La banda viajaba por tierra en un autobús desde Texas. Yo creo que en parte porque Robert evade volar en avión. Llegamos al autobús e inició la plática, entre el inicio de la carrera de Robert, desde la mítica campiña inglesa cuando tocaba en el kiosko de la plaza de Crawley, donde su tío le regaló su primera guitarra. En fin, no entraré en más detalles de este mágico momento, porque eso será material en Otra Plática para el Trayecto. Llegando a Monterrey de vuelta, hicimos la cobertura, los enlaces, entramos al concierto con el estadio lleno, con gente de varias nacionalidades que se habían reunido en este lugar, día y hora, convocados todos por The Cure, que para esa gira que hacían llamar simplemente ‘Cure’.
Ahí empieza parte de esta travesía y, de pronto, empezamos a volvernos un país para recibir conciertos de talla mundial. Los que comenzaron en pequeños auditorios o gimnasios de escuelas o plazas de toros, cuando los boletos se vendían en los famosos lugares de costumbre, todo cambió y esto fue quedando atrás, y de pronto se fueron moviendo a grandes recintos que se empezaron a construir. Primero en las grandes ciudades y hoy día prácticamente en todo el territorio nacional.
Hablando con mis escuchas del tema, les presentaba esta perspectiva personal que luego se volvió en tema colectivo. Hoy día, en prácticamente todas las ciudades, existe una gran agenda de conciertos, teatro, recitales, comediantes, eventos masivos y ahora también los famosos y exitosos festivales. Puedes revisar los recintos que comparten su inventario de opciones en las redes y vas a llevarte la sorpresa de que prácticamente todos los días hay eventos. Eventos que van desde Katy Perry hasta Green Day, pasando por Chicago, Shakira, Def Leppard, El Tri, Caifanes, el Pop Tour y muchísimos más. ¡La oferta es enorme!
De esta especie de evolución o transición en el entretenimiento a través de los conciertos, esta industria en México crece cada vez más y se consagra con grandes festivales multitudinarios que pueden competir con los grandes festivales de los circuitos internacionales.
Y este recorrido nos lleva hasta este fin de semana en la ciudad de Monterrey en el Parque Fundidora, en donde el León, estandarte del famoso Pal Norte en su edición 2025, vuelve a rugir con grandes artistas en diferentes foros. Una vez más esperamos una gran mezcla de estilos y propuestas sonoras, bajo una gran organización, logística y convivencia incluso generacional
Nos vamos a deslizar entre uno de los iconos más importantes del pop actual: el maestro Justin Timberlake y su espectacular gira The Forget Tomorrow World Tour 2025, que se proyectado en Brasil, España, Italia, Lituania, entre otros países y estará actuando en este festival. Pero no olvidemos que los chicos de Berkeley, California, comandados por Billie Joe Amstrong en la voz, Trè Cool en la batería y Mike Dirnt en el bajo, harán explotar la escena en Pal Norte como elenco de esta variedad en la que estarán Chainsmokers, Olivia Rodrigo, la banda Massive Attack, que llega desde Bristol con su trip hop; Kings of León, Gesaffelstein, Garbage, Caifanes, Fall Out Boys, entre otros. La mesa está servida, con el más variado sabor y color de la música .
Grandes festivales como Pal Norte, distan mucho de aquel primer concierto que fui a ver a una plaza de toros, hace más de tres décadas; hoy día, estas presentaciones cuentan con una gran infraestructura, se vuelven un estandarte social y cultural, crean más oportunidades de negocio y crecimiento en las áreas de turismo y servicios y la temática cambia por completo. De ser un lugar para ver a tus artistas favoritos, se vuelve en la gran experiencia para asistir con tus amigos y compartir todo lo que pasa durante tres días de música en tus redes sociales y decirle al mundo que ésta es la nueva forma de divertirse.
Aún guardo cientos de boletos de muchos conciertos. Hoy se han vuelto incontables. Algunos se les han borrado las impresiones de tinta de grandes agrupaciones, pero sigo atesorando en mi ‘Ático personal’, ese primero de 1990 en donde me la pase bailando las canciones de Technotronic con mis amigos, saltando en las gradas de la plaza de toros, sintiendo la música y por supuesto, levantando una luz con mi encendedor, en las canciones tranquilas mismas que hoy se iluminan con celulares.
Espero nos encontremos pronto en algún gran concierto y lo podamos compartir en una buena plática para el trayecto.