Lamentablemente la convocatoria lanzada desde hace varias semanas por las organizaciones de la sociedad civil en las redes sociales para manifestarse en contra de la política migratoria, racista y del nefasto presidenloco norteamericano, Donald Trump, no dio los resultados esperados, pues cifras oficiales registraron apenas a 20 mil ciudadanos que desfilaron a lo largo del Paseo de la Reforma de la ciudad de México el pasado domingo y que concluyó fragmentada.
Tristemente, en esta marcha que mancha el propósito esperado, debido a que cierto grupo de personas a la altura del Museo de Arte Moderno se dedicó a gritar consignas en contra del gasolinazo y de la gestión de Peña Nieto, que efectivamente igual que las últimas siete administraciones, le han quedado a deber, y mucho, a todos los mexicanos.
La jornada convocada era para atizarle al yanqui Trump, quien sigue causando una gran indignación y revuelo a nivel mundial por sus yerros y torpezas permanentes en las acciones cotidianas que emprende. Para muestra otro botón más: el lunes pasado, le tocó a su hija Ivanka -hacer el ridículo- claro está con la complacencia de su progenitor, al sentarse en la silla presidencial (en la oficina oval) durante la visita del primer ministro canadiense a la Casa Blanca y permitir fotografiarse como si fuese una gracia. Cualquier parecido con Vicente Fox y Marta Sahagún es mera coincidencia. Vaya forma de ponerse en evidencia y demostrar su nulo oficio político ante millones de habitantes de todo el planeta.
Recuerdo con mucho gusto la "Marcha por la Paz" llevada a cabo en el 27 de junio de 2004 en la que participamos casi un millón de personas (vestidos de blanco) para manifestar nuestro repudio a la ola de secuestros y homicidios perpetrados por bandas criminales a lo largo y ancho de nuestro país, caminamos por el bello Paseo de la Reforma; éramos ríos de personas que avanzábamos en orden hacia el Hemiciclo a Juárez, entramos por todas las calles del primer cuadro del entonces Distrito Federal.
A miles de ciudadanos nos fue prácticamente imposible pisar la plancha del zócalo, nos detuvimos en calles aledañas. Éramos cientos de miles de ciudadanos que abarrotamos el centro de la capital del país y sus alrededores. En esta marcha hubo orden, camaradería, entendimiento, disciplina, porque el grito unánime de todos era "ni uno más" y "Viva México". A las dos de la tarde entonamos el Himno Nacional, la piel se erizaba, las miradas eran de esperanza, de enojo, de consigna. También hubo otras manifestaciones en varias ciudades de nuestro vapuleado país. Desafortunadamente, la marcha del domingo inició y finalizó mal por los intereses mezquinos de un puñado de personas que lo único que buscaban eran sus cinco minutos de fama.