La foto me recuerda que no estaba borracho, sí embriagado después de aquel viaje a mí mismo. Estaba frente a un árbol, dialogando, escuchando las enseñanzas del pino en armonía con el universo (pueden reír, o leer la crónica de Fernando Benítez y su encuentro con María Sabina: Los hongos alucinantes). Bailar, cantar, llorar. Nanacatl los llamaban en el pasado. Era el encuentro con las profundidades de la percepción de las palabras y las cosas. Toco el ombligo y llegan chorros de luz a mi interior. Conectarse con un todo, aplicar la premisa de que venimos a la tierra a fecundar vida, no muerte.
¿Qué somos ante una naturaleza que, en un abrir y cerrar de ojos nos aniquilaría con sismos, tempestades, inundaciones, incendios, pandemias? Nosotros, conquistando la Luna y fracasando en la Tierra. La ciencia avanza pero no abona a la realidad: desastres y enfermedades. Lo acabamos de ver con la pandemia: paralizados. Millones fallecieron. Sin humanos dizque racionales el planeta se armonizaría en un santiamén. Vimos cómo los animales regresaron a su espacio, usurpado por nosotros.
Bernardino de Sahagún condenó los hongos como buen católico y los equiparó con conexiones con el mal, cuando es despertar de la conciencia, una presencia espiritual, una sanación del cuerpo, un platicar con el árbol que te conecta a raíces perdidas de tu infancia.
Antonio Cué nos aventó al “niño Dios”, no como evasión o reventón, sino como comprensión de nuestra parte más profunda del inconsciente para lograr conciencia en obras y propósitos de vida. Los españoles desaparecieron enseñanzas ancestrales y se dejó de hablar de ellas hasta 1756. Gordon Wasson alimenta su redescubrimiento: los hongos con miel son la metamorfosis en un cuerpo dormido por prejuicio aprendido. Uno frente al árbol de tu vida es la pregunta de lo que serás en tu futuro (ríanse, sí, o mejor consulten el libro de Benítez en el que se abre el camino de la comprensión al éxtasis). Somos muchos los que tenemos que agradecer a ese ser luminoso que fue Cué.
Hoy, en mi vanidad, quise compartir la foto al lado del maestro y querido hermano mayor. Foto del archivo de Desiderio Daxuni, que aparece justo a su lado.
Viaje de hongos en años de juventud…