Los creadores subsisten con o sin apoyo de cualquier tipo. En esta etapa del covid-19, no veo a artistas e intelectuales, con poder adquisitivo, apoyar causas donde los pobres tendrían que ser prioridad. No veo a nadie como, por ejemplo, Francisco Toledo que le dio tanto a México, como no lo hicieron Tamayo o el propio Rivera...
Al contrario, veo a un Estado y gobiernos dándole —por dar un ejemplo—, no uno sino varios museos a Leonora Carrington: en San Luis Potosí, en Xilitla, y el que se prepara en Ciudad de México, en la casa donde pasó sus últimos años. Cero xenofobia. Es un dato duro, para reflexionar. Digo además que antes del Fonca, Octavio Paz, Carlos Fuentes, María Izquierdo, Frida Kahlo, Alfonso Reyes, Francisco Goitia, Carlos Chávez, José Revueltas, José Pablo Moncayo y un largo etcétera son ejemplo para hacer arte por encima de dificultades económicas.
El Fonca lo crearon durante el mandato presidencial de Carlos Salinas de Gortari y es hoy rebatinga de artistas e intelectuales. Nadie puede negar que es un privilegio ganar la beca. Y jamás diré que estoy en contra. Pero deben cambiar las reglas para obtener por parte del Estado un apoyo que no rebase dos periodos. Pronto se sabe cuando un artista gana prestigio —o desprestigio — en el medio cultural.
Adiós a la beca vitalicia, o becados de 15 a 30 años, o los patrocinados por el Estado para viajar o ser agregado cultural, ojo, por dedazo político más que por obra consolidada. Más por cooptación que por calidad. Si un artista no logra convertirse en referente cultural de su país en 15 o 30 años es casi seguro que no lo logrará, salvo que el tiempo diga lo contrario y eso —lo sabemos también—, es excepcional.
Hay más artistas sin beca, que becarios. Artistas autosuficientes, en medio de las dificultades. Existen múltiples oficios alrededor de un artista para superar su economía. Hay que trabajar junto con la sociedad en todas las dimensiones para tener garantías irrestrictas del derecho al trabajo, a la salud y al bienestar. Si el Fonca desaparece —que lo dudo—, seguro que los verdaderos artistas, no.