A Helguera
No te pintarás los labios ni las uñas ni usarás maquillaje en el rostro. No te pondrás zapatillas ni mallas ni pantis sexis. Jamás vestirás falda y blusa o vestido largo o corto para noche o día en matrimonios igualitarios. No dejarás de ser lo que eres y declararte pansexual y entrar a la moda de lo correcto. Amarás a travestis, transexuales y transgénero pero ni se te ocurre disfrazarte de drag queen para salir en foto de los medios de comunicación que se dieron vuelo en la marcha del orgullo LGBT+.
No eres bisexual y estás lejos de aquello que existe desde los tiempos del emperador Adriano, los intersexuales. Es imposible que seas lesbiana aunque te parecen las mejores hermanas y darías cualquier cosa por intimidar con ellas. Lo de queer es un concepto lejos de tu diccionario y ser asexuado jamás ha estado entre tus ambiciones, salvo cuando la vejez te dicte el fin del deseo y juras no recurrir a las pastillas azules.
Eres gay a secas desde que eras chiquito. Defiendes el derecho a la diferencia y pides respeto al otro lado de la sexualidad, ese mundo heterosexual de hombres que no tuvieron que defender nada porque se les dio todo, aunque en el caso de las mujeres a ellas las relegaron en su mundo patriarcal y aun luchan por sus derechos. Los gays estamos del lado de ellas porque si no ganan las batallas feministas todo seguirá podrido porque las leyes y equidad no sirven si no se cumplen. Falta mucho por recorrer. Lo sabes porque llevas una cuarentena de años en esto de la defensa de los derechos humanos.
En realidad eres homosexual en tu vida privada y te convertiste en gay cuando saliste a la vida pública a luchar por tus derechos. Pero ya vez, hoy todo se confunde. Los heterosexuales igual tienen denominaciones para su diversidad sexual pero a ellos nadie los juzga, los persigue ni los asesina, aunque sí: existe el feminicidio, ese odio irracional en hombres, no todos, contra las mujeres. En realidad la educación sexual no ha llegado a ser prioridad en programas de salud, necesarios para acabar con prejuicios y amar a libertad, sin restricciones de ninguna especie.
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Braulio Peralta