El gobierno mexicano se enganchó con The New York Times tras la publicación reciente de un reportaje titulado “Así es un laboratorio de fentanilo del Cártel de Sinaloa”. La presidenta Sheinbaum polemizó contra el reportaje, calificando de “poco serio” sobre la visita de sus corresponsales a un laboratorio clandestino en el centro de Culiacán.
Especialistas de la Marina y del Sector Salud, en la mañanera, señalaron la imposibilidad de la forma de operar de químicos para producir la llamada "heroína sintética", por carecer de protección suficiente. Svarch Pérez, titular del IMSS, expuso que no es posible crear tolerancia a estas sustancias. Sostuvo: “los cocineros en 30 segundos hubieran caído fulminados". Sin embargo el NYT salió en defensa de su reportaje. Hay una clara embestida del diario neoyorquino contra el fracaso del gobierno mexicano para combatir el narcotráfico. Recordemos que publicaron un reportaje sobre las pruebas de la eficacia del fentanilo en personas vulnerables indigentes y en animales. O el artículo donde se afirmaba el reclutamiento de estudiantes de química para fabricar estupefacientes.
El gobierno ha reaccionado con determinación porque dichos señalamientos fortalecen las ambiciones intervencionistas de Donald Trump, bajo el pretexto de declarar terroristas a las organizaciones del crimen.
The New York Times, liberal de centro izquierda, es uno de los periódicos nacionales más influyentes de Estados Unidos. Tiene las mayores audiencias y su alcance también es internacional.
Las “Fake News” no solo son información falsa difundida o desinformación creada y compartida por personas con intenciones dañinas. Hay definiciones más amplias de “noticias falsas” para describir la cobertura mediática que incluye información factual que es excesivamente sesgada, engañosa o manipuladora. Es una narrativa desequilibrada que perjudica actores terceros. Son los poderes mediáticos que emplean el sesgo, desnaturalizando los hechos, no haciendo una investigación de buena fe, centrándose en hechos que desorientan; impulsando narrativas dudosas que conllevan a la llamada “posverdad”.
No es la primera vez que The New York Times ha errado. En 2013 sostuvo sistemáticamente que en Irak había armas nucleares, lo que propició, entre otros factores, la invasión norteamericana. Pifió en la toma del capitolio con el supuesto asesinato del oficial Brian Sicknick. Recientemente tuvo una pifia al titular un bombardeo al hospital de Gaza, donde supuestamente murieron 500 personas.
El diario narra el fracaso del nuestro gobierno contra el narcotráfico. Insinúa cierta colaboración. ¿Los nuevos halcones de la Casa Blanca aprovecharán la narrativa del NYT?