El nuevo PES es la derecha evangélica que viene. Como si no tuviéramos suficiente con FRENAAA, México corre el riesgo de legitimar minorías religiosas radicales que vulneran el carácter laico del Estado mexicano. Los ministros del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la federación (TEPJF) de manera irresponsable ratificaron el registro que el INE otorgó al Partido Encuentro Solidario.
Observé a través de canal del tribunal el bajísimo nivel de argumentación de la mayoría de los ministros y de inmediato escribí en Twitter la reacción, y para mi sorpresa se hizo viral.
El breve texto dice lo siguiente: “¡Vergonzoso! el TEPJF da banderazo al fundamentalismo evangélico. Pobres argumentos. Muy grave validar el registro como partido al PES. Tendrá un costo muy alto en la línea de estabilidad social. La ciudadanía tiene ahora la palabra con su voto”.
No le demos más vueltas, el PES es un partido confesional. Representa la oferta para los mercados evangélicos, particularmente pentecostales que sustentan -aclaro que no todos- posturas religiosas fundamentalistas que quieren imponer al conjunto de la sociedad. Heredero de Encuentro Social de Hugo Erick Flores, que perdió el registro por no haber alcanzado la mínima votación en las elecciones de 2018, el nuevo PES, regresa con las mismas siglas.
La noche del 14 de octubre pasado, el nivel del debate en el Tribunal fue denigrante.
Janine Otálora la única que mostró una visión de Estado, advirtiendo que el carácter confesional del PES contravenía el talante laico de la constitución, contenidos en los artículos 40 y 130 constitucionales, así como violaciones flagrantes a la ley de asociaciones religiosas. Los demás ministros derrocharon formalidades jurídicas y falta de una lectura sistemática.
Reconocieron la presencia de 15 ministros de culto en 6 asambleas, pero al haber sido debidamente anuladas, las asambleas resaltantes hicieron válido conjunto del proceso ya que prevaleció el principio de los actos válidamente emitidos. El problema no era el número de ministros de culto en las asambleas sino en el carácter confesional del partido.
EL TEPJF propiciará no solo el registro de un partido religioso sino la politización de la moral en el espacio público. Como en el resto de América Latina, dichos partidos ultraconservadores abonarán el corporativismo religioso del voto y la disputa entre minorías religiosas fundamentalistas contra minorías seculares de mujeres, activistas de LGTB y minorías indígenas. La llamada “ideología de género” se convertirá en un campo de batalla encarnizado. No quiero pensar la alianza entre FRENAAA y el nuevo PES.