Estamos a seis semanas de que acabe el año. Un año de incertidumbre fronteras adentro y fronteras afuera.
Un año en el que la caída en la inversión privada (-4% versus 2018), una política monetaria restrictiva que inhibió los créditos y un nuevo régimen político basado en la austeridad, y con falta de claridad para echar a andar sus proyectos más emblemáticos (Tren Maya, el Corredor Transístmico, el aeropuerto de Santa Lucía o la refinería de Dos Bocas) ha estacionado el crecimiento (¿crecimiento?) en 0 por ciento.
“Si bien hay factores externos, sin duda la causa fundamental del estancamiento económico se debe a factores domésticos: menos inversión extranjera a causa de la incertidumbre y también inversión privada nacional, lo que afecta a la generación de empleo y a la caída en el consumo interno”, me resumía Carlos Serrano, economista en jefe de BBVA. Entre enero y septiembre se crearon 47 por ciento menos de empleos formales que el año pasado.
A este ambiente se suman dos factores extras: la ratificación del T-MEC (ahora como moneda de cambio en las elecciones en Estados Unidos) y la viabilidad de Pemex con una apertura de inversión nuevamente de capital privado.
En este año nublado, lo que sí batirá récord nuevamente serán las remesas: “estamos estimando que cerrarán en 36 mil mdd este año, un crecimiento de 7 por ciento versus el récord previo que fue en 2018”, agrega Serrano.
Con este monto, las remesas se convierten en la principal fuente de divisas de México, por encima del petróleo y del turismo.
En 2018 la dependencia de remesas de México fue de 2.7 por ciento del PIB y hay estados como Michoacán que las remesas representan ya 12 por ciento de su PIB.
Y no solamente tienen una importancia macroeconómica, sino que son la fuente de sustento de muchas familias (1.6 millones de hogares) que en 62 por ciento de los casos están en comunidades entre menos de 2 mil 500 a 15 mil personas. “En un país de inequidades, las remesas ayudan sin duda a las familias más necesitadas”, agrega el economista.
En volumen de dinero, somos el cuarto mayor mercado receptor después de India, China y Filipinas. Para poner en contexto, el año pasado México recibió el doble de dinero de sus compatriotas que todos los países de Sudamérica juntos, que sumaron 18 mil 585 mdd, según el Anuario de Migración y Remesas 2019 publicado por BBVA.
En su último informe de gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador llamó a los migrantes los “héroes vivientes”.
Sin duda esos envíos —de no más de 320 dólares— a los hogares más vulnerables del país son la red invisible más poderosa para contener la impotencia por la desigualdad que ha despertado tantos reclamos en el resto de Latinoamérica, la región más inequitativa del mundo.
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@ba_anderson