Es muy raro que luminarias del periodismo estadunidense aterricen en México para hablar de nuestro oficio. Y más raro aún que vengan a presentar iniciativas editoriales.
En década y media recuerdo que por acá pasaron desde Arthur Sulzberger, presidente del New York Times, hasta Ann Moore, la primera CEO que tuvo Time Inc. (cuando Grupo Expansión tuvo su época dorada como parte de Time Warner). Lydia Polgreen presentó en 2016 la página en español del Times, pero al poco tiempo desertó para encabezar al HuffPost, que este año cerró su versión mexicana (en alianza con Imagen Digital).
La semana pasada nos visitó Marty Baron, editor en jefe del Washington Post, que presentó la iniciativa Post Opinión. Famoso por la investigación que lideró desde el Boston Globe sobre el escándalo de abusos sexuales por parte de la iglesia católica en esa ciudad (tan bien retratada en la película Spotlight).
Se trata de “un experimento”, dijo el propio Baron en un español impecable; una incursión más allá del Río Bravo para explorar nuevos mercados. La idea es ver qué respuesta hay en México y América Latina para hacer negocio.“Hay un mercado en español por el periodismo independiente”, dijo Baron. Su apuesta es proponer una postura de la situación en la región con el estándar editorial de la más alta exigencia. A su lado, León Krauze —columnista del Post— dijo que las comunidades hispanas en EU “están bien entretenidas pero no necesariamente bien informadas”.
¿Cuál es la correlación entre la búsqueda de lectores del New York Times o del Washington Post en México? Baron lo dice claramente: el Post busca juntar voces en torno a la visión del diario así como la de generar un podcast.
Lo que creo, habiendo visto muchos proyectos panregionales, desde CNNMéxico, pasando por el HuffPost, Poder, Vice, Buzzfeed y un enorme etcétera, es que, en esta ocasión, hay claridad en torno a la audiencia. En EU los hispanos que buscan información en su idioma, van a la baja. Los latinos y los hispanos de segunda o tercera generación cada vez se informan menos en español. Eso lleva a las grandes catedrales del periodismo ‘made in USA’ a buscar nuevos mercados fuera de su país.
Pero nos saltamos una etapa en estos desembarcos: en nuestro país nos han faltado las décadas que en EU han dedicado los medios a explicarles cómo son y por qué actúan a favor de sus lectores con parámetros y reglas estrictas: no reciben regalos, no aceptan viajes, incuban e invierten tiempo y recursos en investigaciones que pueden terminar sacando a un presidente de la Casa Blanca.
En incursiones más recientes el HuffPost, Vice y Buzzfeed se toparon con un techo digital. Toca ahora a esos barcos insignia como el Post hacer negocio al sur del Río Bravo. Pero no se pierdan ni apuesten a lo fácil: desembarquen con su artillería pesada, esa que marca hitos y que pone pilares muy sólidos como ese cuarto poder tan necesario.
[email protected]
@ba_anderson