El jueves pasado el sector privado y el gobierno federal firmaron un “Acuerdo para promover la inversión y el desarrollo incluyente”. Según la RAE, acuerdo es “conformidad o armonía entre personas o aceptación de una situación”.
Nada más lejos de lo que pasó en El Club de Industriales con la presencia de organizaciones de la IP como el Consejo Mexicano de Negocios y el poderoso Consejo Coordinador Empresarial. Este último (que concentra a otros 12 organismos), desde su llegada a la presidencia hace tres meses de Carlos Salazar, enarbola el aumento de la inversión como la palanca más poderosa de crecimiento. Si crecemos el mismo porcentaje del PIB cada año (entre 1 y 2 por ciento) es porque se invierte el mismo porcentaje cada año.
La inversión total (en los últimos sexenios) equivale a 20 por ciento del PIB; de ese total, 17.5 por ciento corresponde al sector privado y 2.5 por ciento al gobierno.
“Llevamos sexenios con la misma inversión; los empresarios invertimos lo mismo desde que se implementó el TLCAN. Antes era de 15 por ciento. Invertimos poco y el gobierno cada vez invierte menos”, dijo Salazar hace unos días en el evento del Americas Society/Council of the Americas.
Según el CCE, para crecer a 4 por ciento anual es necesario aumentar la inversión: pasar de ese 20 para llegar a 25 por ciento del PIB.
En el acuerdo de la semana pasada, el sector privado anunció que aumentará su parte de inversión hasta llegar a 20 por ciento. Para llegar a ese 25 por ciento, el gobierno también debiera pasar de 2.8 a 5 por ciento su inversión anual. De lo que le toca a las empresas, ese incremento significa 35 mil mdd de inversión en dos años. Y si hacemos el cálculo, al gobierno le tocaría aportar en esta fórmula 8 mil 750 mdd. En ningún momento durante la firma de este acuerdo salió esta cifra, ni tampoco el Presidente (único orador del gobierno) anunció inversiones.
Me puse a comparar los discursos en el mismo evento de Carlos Salazar y del presidente Andrés Manuel López Obrador y acuerdo, lo que se dice acuerdo, solo aplicó al tema de acabar con la corrupción.
Mientras el líder del CCE hizo hincapié en “que la pobreza extrema se puede erradicar en seis años si hacemos de la ‘inversión una obsesión’, el Presidente nunca mencionó a la inversión estatal y sabemos que su eslogan es el de la ‘austeridad’.
Mientras el CCE pidió “priorizar las inversiones sobre todo en el sector energético”, ese mismo día se cancelaron las licitaciones de farmout de Pemex.
Salazar dijo que es prioritario fortalecer la infraestructura de transporte, “incluidos los aeropuertos”; el Presidente lleva días peleando contra los amparos de Santa Lucía y el NAIM.
En el cierre del discurso, entre campechano y metafórico, López Obrador se comprometió personalmente a “que juntos podamos empujar al elefante reumático y mañoso que es, a veces, el gobierno”.
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@ba_anderson