Esta semana se dio una noticia que brilló a todas luces. La selección femenina de futbol soccer de los Estados Unidos, después de seis años de batalla legal, vio la victoria de su lado. Lograron un acuerdo multimillonario. Pero, ¿es un verdadero triunfo? Les cuento un poco sobre los hechos.
Todo comenzó en el año 2016 cuando cinco jugadoras de la selección estadunidense: Hope Solo, Carli Lloyd, Becky Sauerbrunn, Alex Morgan y Megan Rapinoe, iniciaron una demanda por discriminación salarial ante la Equal Employment Opportunity Commission EEOC (Comisión de Oportunidades Laborales Igualitarias). Ellas peleaban que tenían más logros, triunfos y campeonatos que el equipo varonil y aun así ganaban solo una fracción que ellos.
En el camino de estos seis años, habían logrado acuerdos que significaban pasos hacia adelante, sin embargo, no abordaban el asunto mayor, la pelea por el pago igualitario, raíz de la causa. A pesar de estos pequeños avances, en 2019 retiraron la demanda ante la EEOC y demandaron por discriminación de género directamente a la federación de futbol de los Estados Unidos, la U.S. Soccer Federation.
Ese mismo verano, fue la Copa del Mundo Femenina de la FIFA en Francia. Con tanto en juego, los ojos del mundo estaban sobre las jugadoras. El reto iba más allá de solo lo que pasaba en la cancha. Sin embargo, no estaban solas. Quedaron campeonas del mundo y cuando recibieron su trofeo, en el magnífico Stade de Lyon, la afición en las gradas comenzó a gritar poco a poco Equal Pay! (pago igualitario), hasta que todo el estadio se unió al unísono.
Finalmente esta semana el acuerdo entre las jugadoras y la federación fue de 24 millones de dólares de compensación para todas las demandantes en la demanda colectiva. También un dinero para un fondo disponible para jugadoras cuando dejen de jugar e iniciativas para impulsar el futbol femenil y una promesa por parte de la federación para igualar salarios, honorarios por partidos y bonos por partidos. Ojo aquí, una promesa.
Pero volvemos a la pregunta inicial, ¿es un verdadero triunfo? ¿Es esto la solución para equilibrar la balanza? Años y años de condiciones tan dispares entre hombres y mujeres, y ahora, lograr un pago o trato igual puede parecer un triunfo, y definitivamente ayuda a recortar esa brecha salarial, pero no es la solución definitiva, ya que si de ahora en adelante se le da a ambas ramas lo mismo, la gran brecha prevalece.
Pongamos un ejemplo, un hombre y una mujer. Él trabaja desde hace 50 años. Ella no porque la ley no se lo permite. A ella le permitieron trabajar apenas hace 20 años. Él no solamente tiene 30 años de ingresos más que ella, tiene experiencia, conocimiento y relaciones acumuladas, al igual que empresas, terrenos, casas y la riqueza acumulada. Ella, 30 años después comienza a trabajar, como él hace 50 años, a partir de cero. Si el día de hoy, ella logra un salario igualitario, significa que ambos ganarían HOY lo mismo. Pero él, ya tiene 30 años de ventaja. Ella, por más años que trabaje por el mismo salario, seguirá detrás de él, porque tuvo años de ventaja.
En esta situación se requiere una solución que incluya los años de desigualdad y desventajas que las jugadoras han enfrentado, crear un equilibrio donde ambas partes reciban lo necesario para tener lo mismo: igualdad de resultados.
No me malentiendan, es una gran logro para las jugadoras, un precedente que seguramente va a abrir muchas puertas, batallas y luchas en este y otros deportes, ámbitos y espacios. Sin embargo, es un paso hacia el triunfo total. Una batalla ganada dentro de una larga guerra.
Balbina Treviño
Twitter: @balbinama7