Algo que debo reconocerle al presidente López Obrador, es que a lo largo de su trayectoria política ha sido siempre tenaz, cualidad que lo ha llevado hasta la presidencia de un país que lo eligió para encaminarlo a rumbo mejor, bajo la bandera de la lucha contra la corrupción y la impunidad.
Hoy a más de un año del inicio de su administración, nos enfrentamos a una de las contingencias sanitarias, económicas y humanas de mayor escala en la historia contemporánea y, sin embargo, la postura del ejecutivo hacia la emergencia ha sido insuficiente.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), México está catalogado como uno de los países de la región con menores medidas de contención ante la pandemia en temas de salud, empleo, economía y educación. Países latinoamericanos ya están tomando acciones concretas para tratar de mitigar los estragos que se avecinan. Países como Chile, en donde se decidió invertir el equivalente del 4.7% de su PIB o Brasil que trabaja remedios fiscales que ascienden al 3.5% de su PIB.
La apuesta que está tomando el presidente puede resultar gravísima para el país. Su política de austeridad y no endeudamiento pueden llevarnos a un decrecimiento máximo histórico, aunado al 0% de incremento del que venimos el año pasado, no obstante, no fue hasta hace unos días que se refirió al problema como una “crisis transitoria”.
Con mensajes contradictorios como el que esta emergencia “nos vino como anillo al dedo”, nos hace ver que no comprende la magnitud de lo que ya está sucediendo y peor aún, ha demostrado su hermetismo frente a todo lo que no está en su agenda política.
Circunstancias así exigen el talento de todos los actores sociales para idear, desde el consenso, políticas innovadoras. Desafortunadamente, hemos visto a lo largo de la semana como ha desechado propuestas fiscales y laborales, principalmente desde la iniciativa privada, por no coincidir con sus ideales.
Las inconsistencias no terminan ahí, en su mensaje anunció que en los próximos 9 meses se crearán 2 millones de nuevos empleos cuando la realidad indica que tan solo entre marzo y abril de este año se han perdido casi 350 mil empleos.
Esta realidad que está ocurriendo en todo el mundo nos afectará desde diversos ángulos. Con la pérdida de 16 millones de empleos en Estados Unidos, nuestro mayor socio comercial, se dañan las cadenas de producción con nuestro país y naturalmente a todos los que dependen de ellas, pero es algo que aparentemente no está dentro de las consideraciones del ejecutivo.
No hace falta mucho esfuerzo para darse cuenta de lo que ocurre en países como España o Italia, en donde la falta de sensibilidad y previsión, convirtieron la pandemia en verdaderas tragedias. Es momento de que el presidente haga lo que verdaderamente le corresponde para velar a través de las instituciones del Estado, por el bienestar de todos los mexicanos, no sólo del de sus clientelas.
Es tiempo de medidas tenaces…
* militante priista