Cultura

Espejito, espejito…

Cuánto de nosotros vemos a través de los medios de comunicación, incluidas las redes sociales usadas para promoción política; la pregunta brota empujada por el fenómeno esperado y no obstante sorpresivo, que siempre son las campañas. Por la publicidad de los partidos y la titularidad de las noticias alrededor de las elecciones, el país parece entrar en hibernación, como si la vida de la sociedad, y las tribulaciones y las felicidades, los anhelos y las frustraciones de los individuos pudieran caber en un paréntesis mientras la muy delgada capa que conforman los que buscan y usufructúan el poder simulan su centralidad.

Salvo las complicaciones que padecen quienes tienen relación con instancias de gobierno, por el cambio de personal al que obligan los buscadores del sufragio, el resto de la cotidianidad, no es necesario confirmarlo, se modifica muy poco, y ese poco sucede porque los medios afectan el funcionamiento del gobierno cuando casi crudo pasan el mensaje, así sea implícito, de que todo está en vías de ser diferente. Las palabras delimitan y recomponen la realidad, por lo que la alteración de prioridades en la forma de pasar las noticias, y al comentarlas, tiene secuelas: como si lo que durante este periodo lo que en el día a día pasa a la gente, pudiera esperar, pues es más importante la semilla de futuro que traen en el morral los candidatos; de este modo, el aparentemente inevitable paisaje electoral es el único espacio para que los analistas y los medios inscriban los acontecimientos y los dichos públicos.

Pero a estas alturas ya no podemos cargar toda la responsabilidad de este sesgo en la clave para decodificar la información a los medios; por la desesperación que producen la inseguridad, la crisis económica y los deficientes servicios públicos, muchos aceptan, por inercia, que las elecciones tengan preeminencia, porque el futuro del país, y por ende el suyo, se definirá en la votación del 1° de julio, no renuncian a la esperanza estimulada artificialmente; mientras que para otra mayoría este lapso es entretenido, porque merced a los comicios entran a escena muecas, de los políticos, muy atractivas para la ironía, el sarcasmo y el morbo, por el lodo que unos y otros se embarran, lo que de paso abona al pesimismo, que también encuentra peldaños en lo que comunican desde las campañas; así, desde la mera superficie del fenómeno (no hay mucho más), cada mexicano complementa la información que arroja, sí, arroja, el proceso electoral, y lo hacemos con tal enjundia, que dejamos la impresión de que, en efecto, nos va el destino en los resultados; sólo que, a la hora de mostrar que la emoción y el interés son constantes, en promedio, y cuando se trata de elegir presidente, sólo seis de cada diez sufragan, y una parte de ellos no necesitaba de las campañas para decidir a quién daría su voto.

Volvamos a la pregunta del comienzo: nos guste o no, de nosotros hay en lo que por estas fechas destacan principalmente los medios, y la culpa es nuestra; votar, sumado a lo que sucede antes de llegar a la boleta, es uno de los elementos de la participación social, y lo hemos dejado en manos de la clase política, que lo ha puesto todo de su lado: dicta las reglas que le convienen, así sean aberraciones contra la libertad de prensa y de expresión, o contra el sentido ciudadano que es deseable. Pero los partidos, los candidatos, los legisladores y los medios, no pondrán lo que se requiere para que obtengamos un agradable reflejo nuestro del juego dizque democrático, por una razón simple: como ven, dan. Dos elementos podrían mejorar al espejo, es decir, el camino a y las secuelas de estas elecciones: que avancemos críticamente en lo que algunos llaman “consumir información” y que exijamos, sin tregua, que haya relación puntual entre lo que sucede en las campañas, con los gobernantes que de ellas emanan, y nuestra cotidianidad. En tanto, ya se vislumbra lo habitual: un show vacuo y carísimo.

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Augusto Chacón
  • Augusto Chacón
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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