Martina se despertó, se levantó, revisó la alacena y se percató de un grave problema: no había refresco de cola. Aún adormilada, se enfiló hacia la tienda. Era una mañana calurosa en Ocozocoautla. Sedienta, Martina llegó, compró y se fue, eso sí, con 6 litros de refresco dentro de su colorida bolsa de mercado.
En Ciudad de México, mientras tanto, Regina se preparaba para ir a la universidad. La vista era majestuosa desde el apartamento de sus padres, ubicado en una exclusiva zona residencial. Al leer en 180 caracteres que el estado mexicano de Chiapas se había convertido en el primer consumidor per cápita de refresco de cola en el mundo, su ira no conoció límites: ella era una sana practicante de yoga, vegana y en un proceso de elevación espiritual. Que un estado en su país ocupara ese puesto, no era solamente vergonzoso sino además ofensivo.
De inmediato, Regina expresó su rabia por Twitter y exigió al gobierno mexicano la prohibición inmediata de toda bebida azucarada, por considerarla “veneno para la gente ignorante”.
Mucho ignoraba Regina que Martina sabía más de lo que ella, desde su despreocupada vida citadina, pensaba. Martina sabía, por ejemplo, que tres de sus cuatro abuelos y su padre habían muerto de disentería. El incisivo tuit de Regina también pasaba por alto que en Chiapas casi 250 mil personas mueren al año por consumir agua o alimentos contaminados. Y ciertamente, desde el piso 29 de un edificio en Santa Fe, era imposible recordar que la esperanza de vida en Chiapas es frecuentemente la más baja de México. En suma, Martina y poco más de 5 millones de chiapanecos consumen bebidas azucaradas embotelladas porque la alternativa es consumir agua contaminada en lugares en los que no hay agua potable e, incluso donde la hay, es de mala calidad.
El de Martina y Regina es un típico problema de información desalineada, agravada además por una grave desinformación, que parte de la superficialidad de los datos a partir de los cuales se forma una opinión. No dudo que Martina también mal juzgaría a Regina en un problema que desconoce y sobre el cual está frívolamente informada. Y la pregunta obligada es: ¿cuántos problemas surgen hoy de este fenómeno?, en el que millones de personas a miles de kilómetros de distancia una de otra se juzgan mutuamente en temas que nunca han vivido y sobre los cuales están además mal informadas. La respuesta es muchos, demasiados.
Desde mi pobre información y mi decisión de no juzgar a otros a partir de mis valores, yo le digo a Martina: tómesela; tómese la botella entera de refresco, porque prefiero eso a que se muera de diarrea. Y a la fina Regina le digo: infórmese y después opine, no sea que a nosotros nos moleste que usted esté mal nutrida por ser vegana. Y hasta aquí la reflexión superficial de tu Sala de Consejo semanal.
Arnulfo Valdivia Machuca
@arnulfovaldivia