Política

La desconfiada

Rosalba tenía un pequeño apartamento para renta. Romualdo estaba buscando desesperadamente un nuevo lugar para vivir. Aquello fue amor a primera vista. Para Romualdo, el apartamento de Rosalba era ideal. La ubicación, el tamaño, la distribución y el precio. Iniciaron así los trámites de arriendo.

Romualdo gozaba de un alto ingreso con pocos gastos, pero a pesar de ello, Rosalba desconfiaba, por lo cual solicitó varios requisitos previos. Romualdo debía firmar primero un contrato. Lo hizo. En cualquier país civilizado, la firma de un contrato tendría que haber sido un instrumento suficientemente vinculante para confiar en su inquilino. Aquí no. Rosalba pidió además dos avales: codeudores que respondieran por la renta, en caso de que Romualdo no la pagara. Uno de ellos debía comprobar ingresos por el triple del monto de la renta; el segundo debía tener además un bien raíz a su nombre. Romualdo consiguió a dos amigos que llenaban los requerimientos o, al menos, eso pensaba. Resulta que el amigo de Romualdo aún estaba pagando su hipoteca, así que el inmueble tenía gravamen. Rosalba solicitó un aval sin gravamen. Es decir, para asegurar una renta de 12 mil pesos, solicitó avales con ingresos conjuntos de casi 100 mil pesos y además un bien raíz liquidado, que fue la casa del cuñado de Romualdo, que valía 5 millones de pesos.

En ese momento parecía que finalmente todo estaba en orden, pero no fue así. Rosalba aún desconfiaba, por lo que solicitó un seguro de pago de renta. Entre el estudio y la póliza pagaron el equivalente de casi dos rentas. Adicionalmente, el seguro les pidió a Romualdo y sus dos avales copias de sus cuentas de banco, deudas, escrituras, talones de pago y cartas de sus empleadores. Como si todo esto no fuera suficiente, Rosalba pidió un requisito adicional para confiar en Romualdo: que todo se firmara ante notario. Otros 8 mil pesos.

Casi dos meses y decenas de documentos y pagos después, Romualdo pudo ocupar el apartamento. Por supuesto, no sin antes haber pagado dos meses de renta adelantada, “por si se iba sin avisar”.

Este es el costo de la desconfianza en América Latina. Un continente donde ninguna firma vale; donde siempre alguien tiene que certificar lo ya certificado; donde todos desconfiamos de todos. Por eso cada país mantiene absurdas taras burocráticas, unas más ridículas que las anteriores. El problema es que hecha la regla, está hecha la trampa, y por más candados que se impongan, el tramposo sigue engañando, mientras que el correcto seguirá siendo recto. La desconfianza no se previene con tantas firmas, así las Rosalbas y los Rosalbos criollos piensen que sí. La confianza se construye con formación y educación y eso es lo que, por encima de diez mil contratos, nos falta en este continente. Es la crítica notarial de tu Sala de Consejo Semanal.

Arnulfo Valdivia Machuca

@arnulfovaldivia

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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