Política

Aritmética

Desconozco cuántos matemáticos o ingenieros había en las legislaturas que aprobaron las leyes que hoy nos rigen. Seguramente no lo sabré, porque el corpus jurídico del México actual se ha construido a lo largo de varias décadas. Lo que sí sé es que, probablemente, no eran muchos y, si los había, eran bastante chambones por no decir abiertamente inútiles. Dos lamentables debates en las últimas tres semanas confirman esta hipótesis. El primero, la definición de sobrerrepresentación legislativa en la recientemente inaugurada legislatura. El segundo, la confusión sobre el número de senadores que constituyen la mayoría calificada en la Cámara de Senadores.

Ambos pleitos son de película cantinflesca. En el primer caso, se debatió durante semanas el concepto de sobrerrepresentación legislativa para asignar legisladores plurinominales a la coalición ganadora. En el segundo caso, los cálculos de cuántos senadores representan la mayoría calificada se volvieron unas verdaderas tesis de doctorado, para definir qué significa el término “tres cuartas partes”. Estos debates, aunque aparentemente técnicos, revelan una deficiencia grave: leyes aprobadas con total carencia de técnica legislativa.

Una ley equívoca, más que cumplir su objetivo de dirimir controversias entre partes, tiene el efecto contrario, que es exacerbarlas, tal y como vimos en semanas recientes. La imprecisión en el lenguaje legal convierte cada artículo en un campo de batalla interpretativa, donde la claridad se pierde en un mar de ambigüedad.

Cuando para saber qué quiere decir una ley se debe recurrir a intentar descubrir “el espíritu” de dicha ley o “la intención del legislador”, eso deja de ser una ley y se convierte en un argüende de interpretaciones subjetivas, condenadas a ser todas distintas, porque dependen de opiniones y memorias distintas, de personas que además están convencidas de que opinan mejor que los demás. En suma, un disparate. Este caos interpretativo no sólo confunde a los legisladores, sino que también desorienta a los ciudadanos que dependen de una legislación clara y precisa.

La democracia actual, por diseño, permite que personas absolutamente ignorantes de la ley o de la técnica legislativa lleguen a ser legisladores. Si bien es algo reprobable, es como es. Lo imperdonable es que dentro del propio Poder Legislativo no se haya desarrollado la capacidad de asegurarse de establecer sin lugar a dudas cuánto es tres cuartos de 128 y cuántos diputados se le deben asignar a un partido o a una coalición. Esta aritmética básica debería ser clara y no el desgarriate que es hoy. Y es que la precisión en la legislación no es un lujo, sino una necesidad fundamental para el funcionamiento eficiente y justo de cualquier sistema de gobierno. Y hasta aquí la crítica procedimental de tu Sala de Consejo semanal.


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Arnulfo Valdivia Machuca
  • Arnulfo Valdivia Machuca
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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