Madrid, la capital del Reino de España, se prepara, desde que el propio presidente de la FIL, Raúl Padilla, y la directora Marisol Schulz lo anunciaran el pasado año ante la alcaldesa Manuela Carmena, y la embajadora mexicana en España, Roberta Lajous, para ser la invitada de honor en la FIL 2017. Madrid como ciudad es la segunda invitada, a lo largo de estos años de historia del evento, tras Los Ángeles, y se prepara con toda la artillería de narradores y poetas, que son muchos y buenos, para inundarnos con sus libros. Escritores de la talla de Javier Reverte, José Ovejero, Javier Marías, Lorenzo Silva, Eloy Tizón, Manuel Rico, Marta Sanz, Pepa Roma, Andrés Ibáñez, Elvira Navarro, Almudena Grandes, Luis Alberto de Cuenca, María Tena, Nuria Barrios, Antonio Gómez Rufo y muchos otros inundarán las calles de Guadalajara como hace once años lo hicimos los andaluces y alguno de nosotros nos quedamos atrapados en estas tierras para siempre. Nosotros veníamos en un avión de Iberia cargado de escritores, de artistas flamencos, de bailarines y era tal la fiesta que el piloto de la aeronave nos llamó al orden para que estuviéramos quietos, pues hacíamos temblar el avión con tanta euforia. La cita tapatía fue emocionante y plena de expectativas que luego se cumplieron, pues realmente la empatía se convirtió en alegría, ya que jaliscienses y andaluces se fundieron en amistad, tequila y cultura.
Ahora no va a ser diferente. Vendrán otros poetas, otros narradores, otros editores y otros artistas, pero la esencia española es la misma. Madrid fue y sigue siendo la capital cultural de Europa a título emérito, pues además de espléndidos escritores, se concentra en ella buena parte de la esencia hispanoamericana. No hay que olvidar que además de ser la región española que más títulos produce anualmente, tiene algunas de las principales instituciones internacionales difusoras del idioma español. Me refiero a la Real Academia de la Lengua (RAE), al Instituto Cervantes (del que tuve el honor de dirigir una de sus sedes en Marruecos –Fez- durante varios años), a la sede de la Fundéu, a la Casa del Libro y a muchas otras.
El maravilloso circo del mundo del libro es en Guadalajara una realidad mágica. Cuando paseamos por los stands y vemos a cientos, miles de personas, o las dependencias de presentaciones de libros están abarrotadas, nos preguntamos ¿hay tanto amor a la cultura, al libro realmente o estos organizadores son tan geniales que son capaces de desbordarnos con su sagacidad organizativa?