Los años 80 intentaron marcar en España una estética única: la llamaron poesía figurativa o de la nueva sentimentalidad, como se explica muy bien en un libro de ensayo de varios autores que coordina la profesora de la Universidad de Granada Remedios Sánchez. Se titula Palabra heredada en el tiempo. Tendencias y estéticas en la poesía española contemporánea (1980-2015), editado por Akal en Madrid. Ella dice que la poesía española nunca fue un oasis de paz y armonía. Pues sí, siempre estuvieron revueltas las aguas, siempre hubo peleas, todo fue durante siglos una insólita guerra civil, que desembocó, por cierto, en 1936 con la muerte del poeta Federico García Lorca junto a un millón más a lo largo de los tres terribles años que duró. Siempre hubo, pues, tendencias y discusiones. La profesora Sánchez dice que se trata de hacer un debate sereno, heterogéneo e independiente. Pero es imposible calmar los ánimos como todo el mundo quiere.
Pues no, pues el que tiene el espíritu revolucionario y escucha: “O escribes de este modo o serás un muerto flotante toda la eternidad”, no se sentaba plácidamente en un sillón para escuchar llamadas al orden mientras un grupo de supuestos poetas destruyó el panorama. La gente coherente, la gente con carácter se revuelve contra esto y reacciona. Así nació a principios de los 90 la Poesía de la Diferencia, en Córdoba, por cierto, y no en Granada. En esa bella ciudad del rey Boabdil nació el discurso poético único comandado por dos o tres personas y nada más. Los poetas, atraídos por una actitud ética que defendía la pluralidad creativa, se reunieron para protestar en Madrid, en Córdoba y luego en Sevilla. Sirvió para poco. Es decir, no sirvió para mucho. Poetas como Pedro Rodríguez Pacheco, María Antonia Ortega, Antonio Enrique, Carlos Clementson. Concha García, Jordi Virallonga y otros batallaron contra la idea de una sola línea de expresión. Hay que reconocer que Sánchez ha preparado una edición encomiable, pues escriben ahí desde Luis Antonio de Villena hasta Antonio Enrique, sin que falten textos de Garrido, Bellveser, Miguel Galanes, etcétera, etcétera. Muy completo el panorama, en el que se habla de la coexistencia, a duras penas, de estéticas como la metafísica, la neosurrealista, el sensismo, el minimalismo, el tradicionalismo y cómo se silenciaban las voces que no comulgaban con la línea neofigurativa. Todo un logro.