Miguel Ángel Sebastián, investigador titular en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde desarrolla su trabajo sobre ciencia cognitiva a partir de las herramientas propias de la filosofía analítica, ha publicado estos días en la editorial Cátedra un interesante estudio titulado El problema de la consciencia. Una introducción crítica a la discusión filosófica actual, donde explica el problema de la relación existente entre la mente y el cuerpo-cerebro, que siempre ha estado presente en la reflexión filosófica occidental desde sus orígenes.
Asegura Sebastián que las áreas que están involucradas en el acceso cognitivo están desactivadas durante el sueño, pero, no obstante -asegura- que se producen experiencias conscientes. Ahora bien, insiste, una cosa es mostrar que hay consciencia más allá del acceso cognitivo y otra diferente es encontrar los mecanismos que dan lugar a la consciencia. Entonces, al estudiar la consciencia, la perspectiva de primera persona y los reportes de los sujetos al respecto, juegan un papel esencial, por lo que se debe confiar en dichos reportes para poder determinar si están teniendo cierta experiencia. El problema surge al admitir la posible disociación entre acceso cognitivo y consciencia, pues en ese caso se carece de criterio para determinar en qué punto del procesamiento de la información surge la consciencia.
Aunque lo que estudia Sebastián es una estructura compleja, es necesario ponerla al alcance de todos los lectores y sólo para ubicarla en las mentes de los expertos de la Filosofía, pues es necesario acercarse a todo tipo de fenómenos que ayuden a aclarar que es la consciencia en relación con el pensamiento contemporáneo surgido en los años del covid-19, donde la paralización ha dado tiempo para pensar y elaborar nuevas ideas en diferentes campos del conocimiento.
Sebastián pone como ejemplo que cuando una luz se refleja en la superficie de una manzana impacta en la retina, la señal se transmite a través del nervio óptico, se sucede la activación de diversas redes neuronales, y en algún punto surge la experiencia de la manzana, la creencia de que hay una manzana o el reporte de que hay una manzana. Ahora bien, Sebastián subraya que la mera activación de las células de la retina no basta para dar lugar a la experiencia consciente. No se asume con rotundidad que sólo haya consciencia cuando la información está disponible para el reporte. Pero, en ese caso, se necesita un criterio que permita decidir en qué punto del procesado de la información, desde la llegada de la luz a la retina hasta la activación de la correspondiente representación neuronal en la memoria de trabajo, surge la consciencia. Y -insiste Sebastián- no parece que haya un criterio empírico que permita responder a esta cuestión. Finalmente explica que no alcanza en su estudio conclusiones definitivas, sino que ha descubierto que para entender los mecanismos de la consciencia debe utilizar diferentes disciplinas para entender la naturaleza de este fenómeno.
En definitiva, la nueva obra de Sebastián está centrada en la perspectiva de primera persona inherente a la consciencia y en sus relaciones con las representaciones mentales.