A mitad de los años cuarenta del pasado siglo XX nacía en una noche de Reyes el Premio Nadal, que venía esa primera vez de la mano de una joven de 22 años, nada menos que de Carmen Laforet que en estos días habría cumplido cien años, aunque se fue de este mundo en 2004. Los centenarios son una perfecta excusa para recordar a nuestras grandes personalidades de las letras. Escribió un libro de juventud que conmovió a la literatura española, Nada, una novela que dejó a los mayores con la boca abierta, como demuestran las docenas de críticas que escribieron expertos en narrativa en aquella época. Como dice Azorín: “No es posible dar a las prensas una novela que viene a renovar la novelística”. La carta se fechó en 1945.
El poeta Juan Ramón Jiménez, tan serio, tan estricto, tan exigente… también se desmoronó con Nada. En otra carta dirigida a Laforet le dice que el libro “está hecho, es claro, de pedazos entrañables, como todo lo que hace la juventud”. Compara los capítulos con cuentos “tan hermosos algunos como los de Gorki, Eca de Queiroz, Unamuno o Hemingway”. Qué grandeza la de esta novelista barcelonesa que vivió muchos años en Las Palmas y posteriormente se fue a Barcelona y más tarde a Madrid.
Balsia Producciones organizó días pasados un homenaje internacional en el que intervinieron el puertorricense Israel Rolón-Barada, actualmente profesor en Monmouth College de EEUU y la profesora Roberta Jonhson, emérita de la Universidad de Kansas, junto al que escribe estas líneas en representación de la Universidad Autónoma de Guadalajara, que hizo de moderador. El homenaje fue de los mejores que se le pueden hacer a una autora en su centenario, pues ambos conferenciantes son expertos sobre la obra de Carmen Laforet. Y han publicado incluso biografías sobre la autora de Nada. Muy pocas veces se ve tanta clarividencia y tanto conocimiento sobre un autor. Hispanistas de altura tenían que ser.
Hoy día en que todo anda suspendido por el COVID caníbal que pervive y mata, casi todos las actividades se hacen desde la distancia, de ahí que se aprovechen elementos como Zoom, que permiten establecer diálogos desde cualquier punto del planeta. La sabiduría de los académicos universitarios siempre está ahí y no le importa hacerlo online o en persona. La ventaja es que varias docenas de personas se asoman a las ventanas de internet para escuchar las palabras sabias de estos estudiosos de la narradora española. El homenaje dado desde Guadalajara fue grandioso. ¡Enhorabuena a los organizadores!
Antonio Rodríguez Jiménez