Ahora que tanto se habla de autenticidad, de originalidad creativa, de aportación estética y de personalidad diferencial es el momento de recordar la figura del poeta español Ricardo Molina, fallecido en 1968 y que en las próximas semanas cumpliría si viviera cien años. Aunque ya no es posible, pues se lo llevó un infarto de miocardio y se perdió a unos de los poetas e intelectuales más interesantes de aquel momento. Ricardo Molina fue uno de los poetas más inquietantes del grupo Cántico de Córdoba y de la poesía de la posguerra española. Desde su redescubrimiento y relanzamiento por parte del profesor y poeta valenciano Guillermo Carnero en la década de los setenta, siempre tuvo el raro privilegio de ser profeta en su tierra y fuera de ella.
"En el principio fue la Poesía. Ella era con la Sabiduría en el acto de la creación. Ella era con la primera palabra". Así inicia Ricardo Molina su libro Función social de la poesía (Publicaciones de la Fundación Juan March, Madrid, 1971), una obra póstuma del poeta fundador de Cántico, de cuya lectura se desprende que fue un poeta muy culto, un estudioso agudo y documentado, experto en la situación y en la influencia del poeta en la sociedad. Abarca en este libro la historia esencial de la poesía desde la Prehistoria hasta el tiempo en el que él vivió (1968), y pasa revista a las metamorfosis sucesivas del poeta en remotos lugares como Egipto, India, Babilonia, China, Grecia, Roma o en movimientos como el Renacimiento, el Barroco, la Ilustración o el Romanticismo hasta el siglo XX. Investigador de la poesía contemporánea, crítico finísimo, traductor, profesor, flamencólogo, activista literario de primera magnitud, pero sobre todo Ricardo Molina fue un poeta de una gran envergadura, que ni si quiera se supo valorar en su tiempo y aun hoy no ha sido suficientemente reconocido a pesar de los esfuerzos de estudiosos y académicos.
Ricardo Molina fue, junto a Pablo García Baena y Juan Bernier, el fundador del Grupo Cántico de Córdoba, uno de los movimientos poéticos más importantes de la literatura española del siglo XX. Su obra es extensa e intensa. Publicó, además de una docena de poemarios, diversos textos en prosa, tanto sobre poesía como sobre flamenco. Desde 1945 hasta 1985 en que se publican sus obras completas se editaron poemarios como El río de los ángeles, Cancionero, Regalo de amante, Elegías de Sandua, Corimbo, Elegía de Medina Azahara, Psalmos, Homenaje y La Casa, entre otros.
Los versos de Ricardo Molina –como el propio Pablo García Baena, Juan Bernier, Julio Aumente y Mario López– le dieron luz a la mejor tradición de la poesía española contemporánea, como es la de los poetas del 27 y la que crearon los propios poetas de Cántico, que están iluminados de naturaleza y amor. Los tres grandes temas que marca este poeta son el amor, la naturaleza y el sentimiento religioso. El paso del tiempo, la caducidad de los logros humanos y la identificación del hombre con la naturaleza forman los grandes pilares de su poesía. En ella son patentes las resonancias claudelianas y bíblicas. Es sobrecogedor su sentimiento erótico-amoroso vinculado a una visión panteísta de una naturaleza solidaria con el poeta, de tono bucólica, pero teniendo conciencia del paisaje concreto. Algunos de sus versos más sobrecogedores están en las Elegías de Sandua (1948) y en la Elegía a Medina Azahara (1957), pero también en Regalo de amante (1947), en El río de los ángeles (1945), en Corimbo (1949) o en Psalmos. Ricardo Molina fue, como todo poeta auténtico, un hombre inmerso en la vida provinciana de su ciudad, que confirma su fe en el poder consolador de la belleza, de la naturaleza y de la poesía, que habla de sus inseguridades, de sus dilemas, de sus entusiasmos y de sus caídas.
La figura enlutada, meditativa, entusiasta y amante caminará siempre, misteriosa y callada, por las viejas calles de Córdoba o clamará amorosa en las piedras del río mecida por entre las hojas de los árboles de la sierra cordobesa y dirá de forma sabia que "el poeta actual descubre con ojos de vidente la primigenia razón de ser de la poesía y lucha por regresar a las fuentes y convertirla en lo que originariamente fue: la gran fuerza espiritual útil al hombre, la amiga del hombre, por excelencia". Ricardo Molina representa a la perfección la diferencialidad de un poeta irrepetible.