Un proyecto de reciente gestación es el Ciclo de Música Contemporánea Laberintos Sonoros, con sede en el Centro Nacional de las Artes/Ciudad de México. El responsable en diseñar este prototipo es el compositor mexicano Javier Torres Maldonado (1968), experto conocedor de las nuevas corrientes musicales del Siglo XXI. Su noción se sustenta no sólo en abrir espacios de difusión para novísimas creaciones, sino extender experiencias en el estudio y análisis de contenidos que ofrece hoy día la escritura/notación contemporánea a la par de las recientes técnicas instrumentales, es decir: conciertos, seminarios y clases magistrales, en un solo espacio, impartidos por músicos e investigadores con el único fin por discernir y enriquecer conocimientos de todo cuanto acontece en el arte sonoro de nuestro tiempo.
Compositores e intérpretes se reúnen durante varios días con el propósito de reflexionar e intercambiar experiencias particulares: por un lado, nuevos proceso de creación, y en la contraparte, el desarrollo de distintas habilidades de lectura para descifrar ideas insólitas que muchas veces se plantean sobre la partitura, la cual incluso adquiere nuevos formatos donde contrasta un eclecticismo de recursos, no solo en el instrumento mismo, sino en la combinación de tecnologías actuales que deriven en metodologías didácticas para las nuevas generaciones de músicos. La tarea es compartida.
En lo que se refiere al público asistente a estos Laberintos Sonoros se encuentra, precisamente, ante un dédalo de sonoridades provocando alternativas en experiencias sorprendentes afín a sus expectativas. En este sentido hemos sido testigos en años recientes del advenimiento de un espectador, sobre todo entre jóvenes, que sigue de cerca el trabajo de los compositores contemporáneos. Aun así, la realidad es darse cuenta que la proporción no es equitativa con la programación habitual de los conciertos de música clásica a los que estamos acostumbrados en los diversos teatros y escenarios. El dilema es confeccionar estrategias para los públicos potenciales; y lo fundamental en estos ciclos para la música contemporánea es valorar su dimensión y a partir de ahí concentrar esfuerzos en sus contenidos para aquilatar sus valores, de ahí que el criterio que da origen a este proyecto sigue en muchos sentidos el esquema de otros similares que se programan en Europa o Sudamérica (Argentina y Brasil son buenos ejemplos).
En resumen: objetivos bajo este planteamiento, como lo es Laberintos Sonoros, resultan valiosos para sustentar el trabajo artístico de compositores e intérpretes que continúan su vocación por estos senderos que traza el Siglo XXI. Espacios y escenarios como el que aquí se expone darán permanencia a toda manifestación en ciernes.