Cultura

Oscar 2022: Lecciones de comunicación

  • La pantalla del siglo
  • Oscar 2022: Lecciones de comunicación
  • Annemarie Meier

Un comentario de un amigo que sostenía que la ceremonia de entrega de los premios Oscar no le interesaba ya que únicamente servía para promover el negocio del cine de Hollywood me hizo reconocer de qué manera la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficos AMPAS fundada en 1927 en Los Ángeles, California, se ha transformado en los últimos años y cómo la mayor inclusión de miembros de distintas etnias y regiones del mundo ha enriquecido las nominaciones y los premios Oscar.  La noche de “Los Oscar” dejó de ser una gala limitada a las celebridades de la industria del cine norteamericano para abrir espacios - aún contados pero importantes -  a tendencias globales y diversas del cine mundial. 

A las decisiones de la Academia se agrega la profunda transformación que ha sufrido la industria del cine por los cambios en los modos de producción, distribución y recepción. Parece increíble, pero con todo y amenaza del Covid y las salas de cine cerradas, en los últimos dos años hemos podido ver más filmes nominados antes de la ceremonia de entrega de premios. Aun con la regla de que una película tiene que haberse exhibido en salas para ser nominada, la gran mayoría de espectadores de este años conoció la selección de filmes por streaming. Según un artículo de Christopher Grimes en Financial Times (Milenio, Mercados 21.03.2022) El poder del perro de Jane Campion que tiene doce nominaciones, ha sido vista por 40 millones de usuarios de plataformas digitales. El filme es, además, un excelente ejemplo de una exitosa coproducción entre la productora australiana independiente See Saw Films con la empresa y plataforma estadounidense Netflix. El poder del perro, sin embargo, no existiría si no fuera por la pasión con la que Jane Campion defendió su idea de adaptar la novela de Thomas Savage y realizar la producción en locaciones de Nueva Zelanda. A la realizadora también le debemos la sensibilidad, inteligencia y el valor de utiliza el “empaque” de un género cinematográfico masculino para formular un mensaje y una reflexión universal desde una perspectiva femenina.     

El caso de la también nominada Drive My Car es diferente. Al igual que la estadunidense Coda, el filme japonés aborda temas de relaciones y procesos de comunicación humana. En la primera parte de Drive My Car, basada en un cuento de Haruki Marukame, el guionista y director Ryüsuke Hamaguchi observa la relación diaria, verbal y erótica de una joven pareja japonesa para profundizar, durante el resto del filme, en la importancia de un texto teatral, las palabras y la melodía del lenguaje hablado y el peso de lo no dicho. Al mezclar en los diálogos el idioma japonés con el coreano, inglés e incluso el lenguaje de señas, la película muestra que el habla pesa pero no suele expresar las verdaderas emociones ni los sentimientos humanos. El filme es una lección de vida y comunicación traducida al lenguaje del cine. Me imagino que para el doblaje y los subtítulos presenta un reto mayúsculo.

Annemarie Meier


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