Cultura

La semilla del fruto sagrado

  • La pantalla del siglo
  • La semilla del fruto sagrado
  • Annemarie Meier

La película iraní The Seed of the Sacred Fig empieza con una leyenda escrita en el idioma persa sobre una pantalla negra: “La ficus religiosa es una planta con un ciclo de vida poco habitual. Sus semillas, contenidas en excrementos de aves caen sobre los árboles, las raíces aéreas brotan y crecen hasta el suelo. Entonces, las ramas envuelven el árbol y lo estrangulan. Finalmente el higo sagrado se sostiene por sí mismo”. La leyenda ilustra como metáfora la trama de la película que empieza como thriller de cine negro en la oscuridad y con unas balas que caen sobre una mesa. La oscuridad sigue en los pasillos de un edificio por el que vemos caminar a un hombre de nombre Iman (Missagh Zarehn), las carreteras nocturnas por las que Iman maneja, un templo en el que reza y su hogar dónde su esposa Najmeh (Soheila Golestani) lo recibe con una charola y un té. “Por fin tu plegaria fue escuchada”, comenta Najmeh feliz mientras Iman le enseña la pistola que le fue entregada como nuevo inspector y juez del tribunal musulmán revolucionario en Teherán.

Sin embargo, lo que parecía un ascenso “otorgado por dios” – el nombre Iman significa fe - se convierte en una pesadilla ya que el hombre se da cuenta que no debe investigar casos criminales sino firmar sentencias de muerte para personas acusadas por blasfemia. La frustración se convierte en coraje cuando las hijas adolescentes empiezan a contraponerse a su autoridad y cuestionan la represión que se vive en las familias, escuelas y calles, donde la muerte de la joven iraní de ascendencia kurda Jina Mahsa Amini, encarcelada en 2022 por llevar su velo mal puesto, provoca protestas y marchas de mujeres. La persecución de una amiga y la desaparición de la pistola aceleran la polarización en la familia y el endurecimiento del padre que se vuelve parte del motor de represión del estado teocrático.

Mohammad Rasoulof, guionista y director de una decena de películas y ganador del Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín para su película La vida de los demás (There is no Evil, 2020), narra en una entrevista que grabó parte de La semilla del fruto sagrado sin permiso en Irán pero tuvo que completar el rodaje del filme en Hamburgo.

Ese hecho explica la cantidad de escenas en interiores, el material de archivo con escenas de las protestas y el montaje del filme que del oscuro thriller del principio, cambia al drama familiar y un final cercano al horror con breves toques de comedia.

Para el espectador que está consciente que el filme se realizó a pesar de la prohibición del régimen y bajo el peligro de ser detenido, la historia y estética se vuelven doblemente significativas. El reclamo de las jóvenes por poder teñirse el cabello, pintarse las uñas y utilizar vestidos ajustados, son realmente actos de resistencia que sólo irritan a los padres que guardan religiosamente la tradición. Como madre, Nameh defiende las tradiciones y el orden patriarcal. Hasta que Iman pasa a la agresión física que lo convierte en monstruo: La leyenda de La semilla del fruto sagrado se ha materializado. La película está nominada al Oscar en la sección de películas internacionales por parte de Alemania donde viven, exiliados, tres de las actrices y el director.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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