No es muy frecuente que una película islandesa llegue a las pantallas de Guadalajara. Así que, cuando eso sucede, hay que correr a verla ya que seguramente no tiene la difusión ni llama la atención de la prensa de espectáculos como los filmes producidos por los potentes estudios que suelen gastar en marketing lo que costó la realización.
**Godland del realizador islandés Hlynur Pálmason acompaña a un joven sacerdote católico danés en su travesía por Islandia a finales del siglo diecinueve. Su encargo y misión: Construir una iglesia en el noreste de la isla para que los lugareños bajo jurisdicción danesa, tengan un espacio para el culto religioso. Cargando libros, una cruz de madera y un equipo fotográfico, el cura emprende su aventura. Empieza lleno de energía e ilusión ya que está convencido de poder aportarle algo importante a los isleños y toma fotografías para compartir con los daneses las imágenes de paisajes y habitantes de la isla. Sin embargo, lo que parecía una travesía de descubrimiento y aventura, se convierte en una empresa que lleva la fortaleza física, emocional y espiritual del joven hasta sus límites. El terreno inhóspito, el clima y la relación con sus acompañantes - guía, ayudantes, traductor y habitantes – merman las fuerzas, el amor al prójimo y la convicción religiosa del cura.
Hlynur Pálmason (Islandia, 1984) ha hecho de la naturaleza, el clima y los habitantes de la isla, el centro de los largometrajes **Vinterbrøde (2017) y Un blanco, blanco día (2019) y una serie de cortos entre los que destaca Nest (2022), un documental que el director realizó con sus hijos y esposa en su propia casa. Para **Godland se basó en siete fotografías auténticas de fines del siglo diecinueve para imaginar cómo y por quién fueron tomadas. Así nació el personaje ficcional del joven cura Lucas (Elliot Crosset Hove) que decide atravesar la isla a pie para conocer sus territorios y habitantes antes de llegar al lugar del noreste de la isla dónde construiría una iglesia. El filme sigue la difícil travesía del sacerdote con empatía pero también con la intención de mostrar la ingenuidad y arrogancia de los colonizadores daneses que llevaban su cultura, lengua y religión a otras partes del mundo. La naturaleza misma les enseñó los limites y **Godland muestra de qué manera la naturaleza, el clima, los animales, el idioma y las costumbres se resistían a la invasión.
En largas, contemplativas y dramáticas secuencias, el filme muestra los parajes inhóspitos, los terrenos cubiertos de hielo, los prados que se extienden hasta el horizonte y la lava que brota de la tierra con furor. Pero el terreno que Lucas y acompañantes atraviesan a pie no sólo es objeto de imágenes. También “habla” con su silencio, un silencio que nos enseña que la naturaleza está llena de sonidos, que tiene una musicalidad que sólo percibe él que sabe escuchar. Para personajes como Lucas que no han aprendido a vivir y escuchar la naturaleza, la voluntad se rinde frente al poder de la naturaleza y hasta la voz humana que se expresa en una lengua no conocida, puede ser una amenaza.
Interesante que Hlynur Pálmason escogió el formato casi cuadrado de 4:3 para captar un mundo desconocido para su protagonista - y seguramente también para la mayoría de los espectadores. Las últimas secuencias de **Godland muestran a habitantes ayudar en la construcción de una iglesia. Son, como las que Pálmason describe en Nest, personas y familias llenas de vida y alegría ocupados en construir sus “nidos” y vidas adaptados a la naturaleza. El cine de Islandia y en especial la película **Godland, nos enseña de qué manera la naturaleza, la naturaleza humana y la cultura están ligadas. La película llegó a las salas de Guadalajara al mismo tiempo que las terribles noticias e imágenes de gases y lava que están brotando con fuerza del suelo de Islandia y obligan a la población a evacuar varias ciudades y pueblos.