Entre las películas nominadas al Ariel como Mejor Documental está “Concierto para otras manos” escrito, dirigido y editado por Ernesto González Díaz. El filme se proyectó en el FICG 2024 en la sección “Hecho en Jalisco” y acaba de llegar a la pantalla de la Cineteca de Jalisco, la sala Mayahuel y otros cines independientes. Vale mucho la pena ver el filme en una sala de cine con excelente sonido ya que la música, y en general, el sonido, juegan un rol narrativo y temático sumamente importante. La música clásica, y en especial el piano, son elementos alrededor de los que gira la historia del protagonista David, un joven que nació con el síndrome de Miller que provoca una audición limitada, rasgos del rostro, brazos y manos con características que difieren de lo que se considera como normal. A pesar de estas diferencias y con el apoyo de sus padres, David creció como niño y adolescente curioso, activo y peleando por su independencia. Su amor por la música y su deseo de seguir los pasos de su padre, un conocido pianista y maestro de música, lo motivaron a tomar clases y vencer el escepticismo de su padre quien finalmente acepta que David desarrolle un carrera como pianista. El filme se centra en está época de la vida de David y su padre José Luis, quien apoya a su hijo en adaptar las partituras de piano a su condición física y compone un concierto en el que David toca acompañado por la Orquesta Filarmónica de Jalisco en el teatro Degollado.
El documental empieza con elementos sonoros y música: Durante los créditos iniciales se escucha el chirrido de chicharras y en la primera secuencia observamos y escuchamos cómo José Luis, padre de David, afina un piano cola. La impresionante construcción interior del instrumento que ocupa casi toda la pantalla mientras escuchamos cómo varían los tonos, nos revela la importancia que el filme otorga al detalle y a la estética visual y sonora para integrar un relato complejo que permite un gozo y una interpretación de varias capas narrativas y temáticas. También el desarrollo de las habilidades de David para tocar el piano a pesar de sus capacidades limitadas, se basa en los sonidos de la naturaleza y piezas de música clásica.
El filme está estructurado en capítulos que remiten a composiciones clásicas y definen el ritmo y tono con el que se narran situaciones, acciones y reflexiones. Empieza con un Adagio, sigue con Allegro, Scherzo, Presto y termina con Coda, una parte que al no dejar el relato en un exitoso concierto en el Teatro Degollado como final feliz convencional, deja abierto el desenlace según el cual David ya ha cumplido su meta al lado de su padre y seguirá su camino como intérprete y compositor independiente. De manera magistral el filme dibuja una relación padre - hijo que pasa del proteccionismo paternal total como bebé, al apoyo limitado y rechazo del objetivo de vida del hijo adolescente a la complicidad y enseñanza del joven en camino a la madurez e independencia. “Concierto para otras manos” confía en un espectador que, más allá de reconocer un caso exitoso de vencer la capacidad diferente con resistencia, trabajo, creatividad y resiliencia, se interesa en profundizar y abrirse al cine como arte complejo y universal que abona al pensamiento.