Después de una primera secuencia en la que escuchamos las voces de dos chicos que se esconden de 80 caballeros de la Edad Media imaginarios que los tienen sitiados, observamos a Léo y Rémy, adolescentes de trece años, correr por extensos campos de flores. Las imágenes de las flores y los rostros de los chicos irradian alegría y amistad. El color, el movimiento y la vitalidad contagia y es obvio que a los muchachos los une una profunda amistad. No sólo comparten juegos, paseos en bicicleta y visitas a la casa del amigo, Léo y Rémy son inseparables e integraron a sus familias en su amistad. Como hijo de floristas, Léo (Eden Dambrine) es extrovertido y sueña con conocer el mundo, Rémy (Gustav de Waele), en cambio, es introvertido, toca el oboe e imagina un futuro como músico. “Entonces yo seré tu promotor y te acompañaré en tus giras y conciertos”, le anuncia Léo.
La convivencia y los planes a futuro de los dos sufren un cambio al dar el paso a la secundaria. Su amistad cercana despierta sospecha. ¿Son pareja?, les pregunta una compañera mientras que otros jóvenes observan sus conversaciones y miradas de complicidad a reojo. La reacción de los compañeros no es realmente agresiva pero los amigos empiezan a sentir la presión del entorno y lo que observa el filme de ahí en adelante es la reacción de cada uno frente a la presión del entorno. Lukas Dhont y su coguionista Angelo Tijssens no ponen a los personajes a verbalizar el conflicto. Se centran en las miradas, los cambios de comportamiento y las decisiones que toman. Sobre todo Léo quien se distancia de Rémy y sufre las consecuencias y los sentimientos de culpa por su decisión.
La manera cómo el filme nos involucra en el ambiente, la transformación que sufre la amistad y la consecuencia que resultan del cambio, es una lección de gran cine. Las emociones y los sentimientos no se verbalizan, todo se narra y muestra a través de las imágenes, las miradas y los gestos. La felicidad al igual que los dramas, externos e internos se expresan con miradas, movimientos y gestualidad. En una entrevista Lukas Dhon habla de su sueño juvenil de dedicarse al baile. No se convirtió en bailarín pero baila con la cámara, los colores, la música y la puesta en escena. En una coreografía del entorno y los actores, provoca choques entre la fragilidad y la brutalidad, la poesía y la violencia. Maneja un discurso fílmico magistral que explica la Palma de oro en el festival de Cannes y la nominación a mejor filme internacional de los premios Oscar.
**Close me recordó Criaturas celestiales (Heavenly Creatures 1994) de Peter Jackson. El filme que observa la íntima amistad entre dos chicas adolescentes - interpretadas por Melanie Lynsey y Kate Winslet – se parece en cómo comparten su vida y juego a través de personajes de la época medieval. El filme de Jackson, sin embargo, pone su énfasis en la reacción negativa del entorno que ejerce represión sobre las jóvenes. **Close es más sutil y profunda porque se centra en conflictos internos de los protagonistas. Nos deja encantados y reflexivos.