Política

Vivir en tiempos de covid

  • Columna de Ángel Aguirre Rivero
  • Vivir en tiempos de covid
  • Ángel Aguirre Rivero

Aún cuando todo indica que la variante ómicron es menos dañina (porque gran parte de la población se ha vacunado, y también porque el microorganismo ha mutado), la prudencia se impone, y muchas familias asumimos medidas de protección.

Vivir en tiempos de covid ha colocado a nuestros gobernantes frente a la necesidad de ordenar medidas que limiten la movilidad, pero sin parar la economía (y pagar los costos políticos por correr el riesgo).

Así, hay estados que retroceden en su semáforo epidemiológico y reducen sus aforos, siempre al filo de la navaja de continuar con las actividades. El primer año de la pandemia generó un colapso en todo el mundo. La recuperación fue lenta porque los sistemas de producción no se echan a andar con un botón, es todo un proceso.

Soy economista de profesión, pero mi pasión es la política. Hace unos días, una eminencia médica (investigador principal de dos de los laboratorios más prestigiados del mundo, uno francés y otro chino), me compartía reflexiones que me permito trasladar a nuestros lectores:

La historia natural de los virus y sus enfermedades es la siguiente: entre más contagiosos y mortales sean, provocan la muerte del infectado y el virus la paga con la suya, por eso cuando la ciencia médica iniciaba, sin tratamiento y merced a la "inmunidad de rebaño", lograban curarse y controlarla después de varios años. Sin embargo, la enfermedad persistía por toda la vida.

En su ciclo, al virus le quedan dos alternativas: terminar con la vida de los humanos afectados, pagando con su propia muerte. La otra, el virus muta deseando su propia supervivencia y para lograrlo, disminuye su letalidad y se vuelve más contagioso y menos mortal, como el caso del resfriado común.

Las primeras cepas del virus del covid tuvieron una gran mortalidad. Las nuevas mutaciones lo han hecho muy contagioso, pero poco mortal. ¿Será esto una premonición de término de la pandemia? O tal vez la voluntad de Dios, de dar término a tanto sufrimiento humano.

Del anecdotario

El poeta cubano José Martí radicaba en Guatemala, donde impartía clases en la Escuela Normal. Martí participaba en las tertulias literarias en donde pronto cobró notoridad. Se hizo amigo del ex presidente de la República de Guatemala, don Miguel Granados. Así es como conoce a una de sus hijas, María, de 16 años, de quien se hizo amigo y la relación devino en noviazgo pese a que Martí estaba comprometido en matrimonio con la cubana Carmen Zayas Bazón con quien finalmente se casó en la Ciudad de México.En el poema “La niña de Guatemala”, la protagonista muere tras ver que su amado vuelve casado.

A su regreso, se encontró con la infausta noticia de la muerte de su prometida, a causa de una enfermedad respiratoria. Murió de frío, dijeron.

Y compuso estas líneas (fragmento):

Quiero a la sombra de un ala / Contar este cuento en flor: / La niña de Guatemala / La que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos / Y las orlas de reseda / La niña de Guatemala / La que se murió de amor.

Iban cargándola en andas / Obispos y embajadores / Detrás iba el pueblo en tandas / Todo cargado de flores.

...ella por volverlo a ver / Salió a verlo al mirador: / Él volvió con su mujer: / Ella se murió de amor.

“La niña de Guatemala” es, una historia de la vida real, convertida en poema. La vida es así. 

Ángel Aguirre Rivero*

*Ex Gobernador de Guerrero

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