Al presidente López Obrador y a su gabinete les toca resolver problemas complejos y contradicciones que heredaron en el sector salud; la tarea no es fácil ni se logra de la noche a la mañana.
Aun en medio de la tormenta que viven, en especial por el ineficiente abasto de medicinas producto de la puesta en marcha de un modelo operativo diferente, creo que han trazado la ruta correcta.
Si el gabinete tiene la capacidad de escuchar los reclamos de la gente y convertirlos en guía para corregir y reorientar acciones, el proceso de cambio que han iniciado llegará a buen puerto.
Asumir que todo lo que se hace está bien no tiene sentido, sobre todo cuando el resultado se traduce en un deterioro en la calidad de los servicios.
Sin embargo, visto todo como un proceso que está en marcha. Simpatizantes y críticos deberíamos esperar buenos resultados de este esfuerzo. Decir lo contrario es apostarle al fracaso del gobierno, que la nave colapse y se hunda.
Aunque en las discusiones públicas existen diferentes ópticas de cómo deberían hacerse algunas cosas, reconocer la necesidad de que haya cambios y poner por delante el interés de la gente y del país debe prevalecer como un criterio que nos guíe.
Este fin de semana se realizará una marcha en CdMx, organizaciones como el Movimiento Nacional por la Salud lo harán al lado de familiares de niños con cáncer. Es un grito desesperado y antes de ser descalificado, debería ser el motor de las transformaciones que plantea la 4T.
Como parte de los cambios que impulsa, el Presidente anunció que trasladará a finales de año la Secretaría de Salud al puerto de Acapulco. Si bien es cierto que trasladar sus oficinas a Guerrero no puede interpretarse como la llegada de grandes inversiones para este sector en la entidad, también lo es que la presencia del gabinete de Salud les permitirá conocer con mayor detalle nuestra difícil realidad y establecer con las autoridades estatales una mayor coordinación para resolver añejas carencias de manera gradual pero definitiva, sobre todo para los estados del sur.
En las comunidades rurales de Guerrero el derecho a la salud es solo un enunciado. Aquí la justicia social debe llegar. Guerrero y los estados del sur ostentan el mayor rezago en materia de servicios de salud.
En mis constantes recorridos por suelo guerrerense encontré como justo reclamo en muchas comunidades la falta de medicamentos, de personal médico, de enfermeras, así como una infraestructura adecuada que brinde un servicio digno a las familias de menores recursos.
Durante mis dos periodos como gobernador construí el Hospital Regional de Tierra Caliente, la ampliación del Hospital Regional de la Costa Chica y adquirimos el terreno para la construcción del nuevo Hospital de Acapulco.
Trajimos también el CRIT Acapulco y la clínica de oftalmología Conde de Valenciana, en Costa Chica, y avanzamos en los hospitales regionales de Chilapa e inauguramos el hospital general de nuestra ciudad capital, Chilpancingo.
El gobernador Héctor Astudillo ha cumplido con su parte poniendo su mejor esfuerzo para concluir la clínica de Florencio Villarreal (Cruz Grande), el nuevo hospital de Acapulco y ha atendido con diligencia la pandemia de covid en estrecha coordinación con su gobierno.
Confío en que el Presidente cumplirá con éste y otros compromisos presidenciales que mucho ayudarán a Guerrero y, al hacerlo, tendrá la oportunidad de pasar a la historia como un presidente humano, solidario y que, al hacerlo, corresponderá a la lealtad que este valeroso pueblo siempre le ha mantenido.
Ángel Aguirre Rivero
* EX GOBERNADOR DE GUERRERO