Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el país que dedica, más que cualquier otro de la región, mayor tiempo al trabajo, pero también el que registra un índice de productividad mucho menor al promedio.
Según los informes de la OCDE, los mexicanos trabajamos 43 horas por semana, es decir, dos mil 225 por año, 480 horas más que el promedio.
En México la jornada laboral tradicional es de 8 horas, cinco días a la semana, y está basada en cantidad de horas de trabajo; sin embargo, lo importante no es cuánto tiempo estamos sino cuál es el valor que aportamos a nuestra empresa o centro de trabajo.
La pandemia vino a acelerar muchos procesos que estaban en estado latente; aunque estamos construyendo el futuro, sí estamos seguros que va a ser muy diferente a lo que vivimos en estos tiempos.
Para ese futuro hacen falta capacidades y habilidades diferentes, siempre con la premisa de ver cómo humanizar más el trabajo.
Más que en el empleo de las personas hay que pensar en la empleabilidad, que es equipar a esas personas con las capacidades que se requieren en el futuro.
En este contexto, no sólo se trabaja ahora en forma remota bajo el formato home office, que impuso la pandemia, que en algunas actividades ya era moneda corriente, sino que lo que predomina en la actualidad es el criterio de work from anywhere, es decir, trabajar desde cualquier lugar.
Lo cierto es que muchos trabajadores se volvieron más eficientes, productivos y felices al trabajar desde casa, otros batallaron más y desesperadamente extrañaron su vida en la oficina.
El home office, trabajo desde casa o teletrabajo, hoy tenemos la certeza que llegó para quedarse; las empresas han visto que en muchas funciones es una ventaja propiciarlo, tal como ya lo hacen muchos centros de trabajo principalmente en Europa y en los Estados Unidos de Norteamérica.
Cómo lo ha señalado la ONU, el teletrabajo ha permitido seguir operando a muchas empresas, y garantizar así la salud y la seguridad de sus colaboradores.
Antes de la crisis sanitaria actual, tanto en México como en otros países, ya había discusiones sobre el posible futuro del trabajo.
La situación actual obliga y permite pensar en nuevas formas de seguir proporcionando un servicio de calidad y la posibilidad de variar los horarios, jornadas y el sitio de trabajo, el teletrabajo y la flexibilidad laboral vistos como un beneficio directo de las empresas, de sus colaboradores y de los receptores de los servicios.
Habrá que sistematizar esta nueva práctica en las organizaciones empresariales y evaluar su continuidad posterior a la pandemia, y aunque sabemos que el teletrabajo es inviable para todos los puestos de la organización, los beneficios pueden sorprendernos positivamente y ser más productivos en nuestra vida personal, profesional y, desde luego, en nuestros centros de trabajo.
El estado actual del planeta nos invita a encontrar nuevos esquemas de gestión empresarial que garanticen respuestas eficaces y ágiles a las demandas desde el interior y las externas.