Política

Los jóvenes sí votan

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“La juventud es la única enfermedad que se cura con los años”, repetía mi padre a sabiendas de que la frase de George Bernard Shaw me revolvía el estómago pero que, por respeto a su autoridad (no la de Shaw sino la de mi padre), no permitiría que los ojos se me rodaran al cielo poniéndolos en blanco para revelar mi hartazgo. Hoy cuando escucho las críticas a los jóvenes: el que no entienden, el que no les importa, que les da igual y no van a votar por inconscientes, no puedo dejar de pensar en la dichosa frase y concluir que hoy como entonces, quizá parte de la culpa de que no les entusiasme el emitir su voto no está solo en ellos sino en nosotros los mayores.

¿Por qué tendrían que votar los jóvenes? No tienen mucho que perder. No están casados, no tienen una casa, no tienen una familia y la mayoría ni siquiera tiene un empleo sólido que les interese proteger. Los que ansiaban cumplir 18 años para sacar su credencial, estrenarse en la adultez y poder por fin tomarse un trago de forma legal, seguramente votarán producto de esa emoción que provoca hacer todo por vez primera. Esos son los primo-votantes, pero ¿y después? Responsabilidad ciudadana, conciencia política, aspiración democrática. Esos deberían ser los grandes motores. Lo son para algunos, pero ¿por qué no lo son para la inmensa mayoría?

No es solo un problema de México. Es un tema de la edad, del momento de vida por el que atraviesan estos jóvenes en el mundo, pero también es un tema del mundo mismo. El siglo XX estalló hace tiempo. Sus promesas, sus discursos, sus sistemas políticos, sus partidos no funcionaron. La cantidad de impresentables que nos gobiernan alrededor del planeta, abruman. “El fin de la historia”, es decir, el fin de las guerras y el hallazgo de un sistema económico que satisface a todos, no solo no se cumplió, sino que nos están saliendo apéndices que cada día se inflaman más. Los jóvenes saben que les heredaremos un mundo complejo, en donde competir y sobrevivir les parece mucho más complicado de lo que fue para nosotros.

Frente a este panorama, ¿sorprende?, ¿en realidad sorprende cuando la canción de “Máynez Presidente” se ha convertido en tendencia no solo en México sino también en Corea y la gente la baila en antros o al festejar un gol? ¿Alguien realmente cree que por hacerlo van a votar por él? Se divierten. Se divierten con él y se divierten aún más con nosotros: ellos bailan y lo convierten en meme, nosotros creemos que puede ser Presidente. ¿Quién hace más gracia: el que se burla de las opciones o el que se las pone en la mesa? No hemos sido capaces de destacar la relevancia de esta contienda. Confunden, aburren, mienten. Trivializan. No, los jóvenes no van a votar. Por nadie.

Sin embargo, una vuelta a destacar. Las demostraciones pacíficas en las universidades de élite de los Estados Unidos que hoy se propagan cada vez a más instituciones, tan solo comparables en volumen con las que hubo por la Guerra de Vietnam o las manifestaciones por el Black Lives Matter en plena pandemia, demuestran que los jóvenes sí tienen corazón político. Dispuestos a arriesgarlo todo por una causa. La pregunta es ¿han sido capaces nuestros políticos de conmover y demostrar que lo suyo es una gran causa? No lo creo. 


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Ana María Olabuenaga
  • Ana María Olabuenaga
  • Maestra en Comunicación con Mención Honorífica por la Universidad Iberoamericana y cuenta con estudios en Letras e Historia Política de México por el ITAM. Autora del libro “Linchamientos Digitales”. Actualmente cursa el Doctorado en la Universidad Iberoamericana con un seguimiento a su investigación de Maestría. / Escribe todos los lunes su columna Bala de terciopelo
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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