El pasado 20 de enero asistí al informe de actividades del psicólogo José de Jesús Gutiérrez Rodríguez, al frente de Red Ciudadana A.C. Una organización reconocida y valorada por diversos sectores sociales, que influye positivamente en el desarrollo de políticas públicas, para grupos de mayor vulnerabilidad: personas con discapacidad, adultos mayores e integrantes de la comunidad LGBTTTIQ (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, travestis, transgéneros, intersexuales y queers) y descubrí que existe un gran número de microgrupos que no tienen reconocimiento dentro de las políticas públicas del estado de Jalisco.
Que la política tenga por fin la determinación de un buen Estado, es a mi modo de ver una de las premisas de la propuesta deliberativa de la democracia. Sin embargo, también es menester señalar algunos de los aspectos problemáticos de esta concepción, en particular, en el rubro de la administración de la Cultura, donde el pasado doce de enero se eligieron ciudadanos para el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, (CECA). Dicho organismo, busca la cooperación entre actores no gubernamentales (artistas, artesanos investigadores y académicos) y las Instituciones de cultura del ámbito estatal, fundamentalmente.
La elección de Martha Irene Venegas Trujillo como presidenta del CECA, ha dotado al concepto de consejero, de un carácter más bien político y demanda animar el debate y profundizar la reflexión.
La preocupación proviene en gran medida, de la evidencia de que la Secretaría de Cultura, no tiene la precisión de una política cultural, y por ello, busca descifrar retos políticos, en lugar de privilegiar la perspectiva cultural y definir los caminos específicos por los que debe transitar el quehacer de los jaliscienses en la cultura.No olvidemos que las políticas públicas son respuestas diseñadas y aplicables a la realidad de una comunidad con valores, mitos y símbolos; eje explicativo de la pertinencia de las políticas públicas.
En Jalisco, la aparición de nuevos demandas particularizadas, por actores sociales que no encuentran ubicación dentro de los paradigmas de complejidad, que ubica a la cultura como industria creativa, obliga a pensar que la cultura no es un fenómeno de élites, y quienes propugnan las reformas a los artículos 21, 48, y 51 de la ley de Fomento a la Cultura, sólo buscan cotos de poder reservados para sus partidos o su agenda política.
¿Dónde quedó la recomendación de Derechos Humanos Jalisco, para la Orquesta Filarmónica de Jalisco, dónde los salarios de su Director Marco Parisotto, dónde la inaplicable ley de mecenazgo?
Las ambigüedades que esconden las metáforas, descansa principalmente en el hecho de que la esfera pública se vaya construyendo como una forma de vida que incluya a la ciudadanía.
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