No importa si usted vive en Monterrey, Torreón o Guadalajara. Esto es importante.
¿Por qué? Porque habla de un cambio social, de un giro empresarial, de un tema que se tiene que poner sobre la mesa precisamente para que se ponga mejor, para que se llegue a instancias superiores, para que se hagan más negocios.
¿De qué le estoy hablando? De las coberturas mediáticas de la marcha LGBT de Ciudad de México.
Esto fue el sábado 29 de junio y superó por mucho coberturas de eventos otrora memorables como el Grito de Independencia o de lo más innovador en cuanto a desfiles como lo que ocurre el Día de Muertos.
Yo vi todo lo que pude en todas las pantallas a las que tuve acceso pero usted, seguramente, vio más.
Por un lado me tocó monitorear los esfuerzos de las grandes televisoras privadas como TelevisaUnivisión (N+) y Multimedios-Notivox Televisión, pero también la unión de nuestras televisoras públicas (El Once, Canal Catorce, Capital 21 y Canal 22) tanto en sus señales regulares como en las digitales.
En verdad tiraron la casa por la ventana. N+ estuvo transmitiendo en vivo con los geniales Saíd Ochoa y Florencia de Rodas por más de seis horas y media y no le siguieron porque, literalmente, les echaron el tráfico encima.
Vimos un gran equipo de gente muy joven y yo no sé qué me conmovió más, si el nivel de apertura ideológica o el hecho de que los comunicadores de esta frecuencia, que ya estaban fuera del clóset, le dijeran a sus audiencias que eran homosexuales.
Lo de Multimedios-Notivox es un clásico. De hecho, ellos siempre tienen una posición geográfica muy específica en el evento y lo hacen desde esa perspectiva local tan única.
Déborah Estrella hizo un gran trabajo de narración y hay que aclarar que aquí, no sólo en junio, hay tantos y tan buenos representantes de la comunidad que hasta son coronados en eventos gay.
En el caso de los medios públicos tuvimos un auténtico tele-maratón de más de ocho horas donde vimos desfilar a medio México.
Desde Jenaro Villamil hasta Ana Francis Mor pasando por Horacio Franco, Rita Abreo, Luisa Cantú, cualquier cantidad de mesas, invitados y cuestiones preproducidas hasta rematar con un concierto de las Musas Sonideras.
Muy interesante el contraste ideológico y estilístico entre lo que ofrecieron los medios públicos y los privados.
No es que unos hayan sido mejores que otros, pero pudimos elegir y eso fue maravilloso.
Se extrañó la legendaria transmisión de El Once desde el Zócalo. Ojalá que alguien, hubiera sido de la iniciativa privada o de las autoridades, nos hubiera dado una explicación porque ahí pasó algo particularmente delicado.
Y es aquí donde yo debo hacer una crítica: gracias por gastar, por transmitir en vivo, por grabar cosas con anticipación, por ser parte de esto.
Antes hubiera sido inimaginable que la televisión mexicana, pública o privada, se atreviera a “tanto”.
Ahora hay que hacer a un lado esto, que ya no es nota, para entrarle bien a la marcha del orgullo LGBT.
¿Qué significa entrarle bien? Entender que no están cubriendo el desfile de Navidad de una tienda departamental. Hay que hacer periodismo.
¿Por qué a ningún medio se le ocurrió perseguir a la próxima Jefa de Gobierno para ver si iba? ¡Sí fue!
¿Por qué nadie encaró a los organizadores para cuestionarlos por lo que sucedió en el Zócalo?
¿Por qué nadie convocó a la oposición para ver si realmente son tan aliados como dijeron en las campañas electorales?
¿Por qué nadie hizo una mesa de debate de verdad, con los grupos que se están dando con todo en el colectivo LGBT?
¿Por qué nadie denunció a las figuras homofóbicas que hicieron acto de presencia sólo para efectos publicitarios?
¿Por qué nadie preparó piezas buenas, de verdad, sobre la parte de derechos humanos, sobre los discursos de odio en medios y redes sociales, sobre los transfeminicidios y los grandes pendientes con el colectivo?
¿No les dio pena el bajísimo nivel de las preguntas que algunos reporteros le hacían a los asistentes en las calles? Se nota que no los capacitaron, que no los sensibilizaron, que no se prepararon.
Bueno, ya, el colmo de la frivolidad: ¿a nadie se le ocurrió ir con Lucía Méndez para sacarle una declaración que se transmitiera en directo ahí, bajando del escenario?
Y esto es sólo un poco de lo mucho que se pudo haber hecho, de lo mucho que se debió hacer. Es periodismo. ¡Qué pasó! ¿O usted qué opina?