Estaba yo muy contento navegando por las redes sociales cuando, de repente, me encontré con que Canal Once era tendencia nacional. México entero se estaba volcando en odio hacia esta señal del Instituto Politécnico Nacional.
La razón: un clip donde Ernestina Godoy estaba bailando a cuadro.
¿Pero sabe qué era lo más curioso? Que todos los comentarios tenían que ver con lo mismo:
Antes, Canal Once era un orgullo. Ahora, no. Antes, Canal Once producía cultura. Ahora, no. Antes, Canal Once hacía cosas buenas. Ahora, no.
No se necesita tener doctorado en algoritmos para detectar que aquí hubo una campaña de desprestigio contra El Once.
¿A usted no se le hace medianamente sospechoso que justo el día en que comenzaron los festejos oficiales del 65 aniversario de El Once, la tendencia haya sido ésta?
¿Quién gana haciéndole creer a las multitudes que antes todo era perfecto y maravilloso en este medio público, y que hoy todo está mal?
¿Por qué si esos “críticos” están tan preocupados por las producciones de Canal Once no elogian ni tantito el resto de las aportaciones que se están haciendo en la actualidad?
¿Por dónde quiere que empiece? ¿Por la conductora de noticias drag, por las emisiones digitales, por las oportunidades que se le están brindando a un montón de nuevos comunicadores o por lo más obvio que tiene que ver con adultos mayores, personas con discapacidad y los derechos de los animales?
Peor tantito, si existe tanta preocupación en las redes sociales por el estado de los medios públicos mexicanos, ¿dónde están los aplausos para Canal 22 por haber estrenado la temporada número 18 de “La oveja eléctrica”, el mejor programa de divulgación científica de todo México?
Canal Once ya ni siquiera se llama Canal Once y allá van “todos” a caer en la trampa.
Ya no me asusta la infodemia. Ahora lo que me asusta es ver a las audiencias montándose en ella, a sabiendas de que se trata de mentiras, para jalar agua a sus molinos y tratar de ser más chistosas, más populares, más vistas.
Todo lo malo que las televisoras hacían en los años 90 para tener “rating” fácil, es exactamente lo que la gente, de manera individual, está haciendo hoy con sus redes. ¡Y usted ya sabe cómo acabó aquella historia! ¡Prepárese!
El escándalo digital del clip de Ernestina Godoy bailando es imperdonable.
Ese día las tendencias debieron haber sido “¡Feliz 65 aniversario!”, “El primer canal educativo de toda Latinoamérica” o ya, de perdis, nombres como Cristina Pacheco y Luis Carbajo.
Hablemos de “Respondes o resbalas”, el programa de donde salieron esas imágenes y que, al parecer, nadie vio completo porque si lo hubieran hecho, hubieran dicho otras cosas.
Estamos hablando de una propuesta cultural. Yo le pregunto: ¿las propuestas culturales son malas? ¿Son impropias de un medio público? ¿Contradicen la vocación de El Once?
No, ¿verdad? ¡Entonces dónde está la razón de ser de todos esos ataques!
La dinámica de este “show” es muy sencilla: una figura pública es invitada a las instalaciones de El Once, participa en una dinámica de concursos de cultura general y si contesta mal, recibe un castigo como ponerse a cantar o a bailar.
Adicional a esto hay varias entrevistas, una sección de preguntas rápidas y un momento en que un monero hace una caricatura. Nada que no se esté haciendo en este momento en “14 mil” títulos de YouTube.
Los conductores son Edy Smol, Yazmín Jalil, Daniela Cordero y Rafael Pineda “Rapé”.
¿Cuál es el problema? Ninguno. Podría ser “Cien mexicanos dijieron”. Pero como “huele” a izquierda, “hay” que atacar. Edy “no puede” hacer concursos. Ernestina “no puede” hacer cultura. Así de mal estamos.
¿Entonces “Respondes o resbalas” es lo máximo de lo máximo? No, pero como las redes lo lincharon ya no hay manera de hacer una crítica que aporte porque cualquier cosa que se diga en oposición a la avalancha de odio que presenciamos, se interpreta como:
“¡Ah, claro! Álvaro es chairo. Se vendió. Está defendiendo a sus amigos”.
Y si hablo mal, peor: “¡Es un malagradecido! ¡Traidor! ¡Siempre ha sido un fifí! ¡Algo quiere! ¡Ya lo compró la derecha!”
Todos salimos perdiendo gracias al rencor y al analfabetismo mediático de los usuarios de TikTok, de X y de todas las demás redes sociales.
En el muy remoto caso de que a alguien le interese este programa por algo más que el odio a El Once, los medios públicos y la Cuarta Transformación, haré las siguientes observaciones:
Programa de concursos sin premio, no es programa de concursos. Así sean donativos, alguien tiene que ganar algo.
Aunque las preguntas sean culturales, si no hay premio no es lo que se supone que es. Y si es programa de concursos, necesita un interventor de la Secretaría de Gobernación.
Los programas de concursos, además, requieren de una dirección escénica y de cámaras especial, diferente. Aquello no sólo se veía plano y feo, careció del más elemental suspenso.
¡Hasta la señora Godoy se la pasó con cara de flojera total todo el tiempo! No se divirtió ni tantito. Y si el invitado no se divierte, imagínese el público.
¿Quién escribió las preguntas? No me cabe en la cabeza que hayan tenido errores como ese penoso momento en que había dos respuestas correctas en lugar de sólo una. ¡Mal! ¡Muy mal!
¿Qué onda con la sección “vox populi”? ¿Cuál es la idea? ¿Que cualquiera pueda tener la razón? ¿No es contradictorio para un título que pretende cultivar a las audiencias y promover valores?
Si “Respondes o resbalas” es de verdad, los conductores no deben ayudar a los invitados a contestar ni los deben tratar con pinzas. Si se equivocan, que sientan que se equivocaron.
Las entrevistas a coro son monstruosas en todas partes. Evítenlas. Que sólo un conductor pregunte. De hecho, ¿no son demasiados conductores para tan poco programa de televisión? En medios privados ese modelo sería inadmisible.
Si van a poner a un monero a trabajar, hay que verlo trabajar. Si no vemos el proceso, no vale. ¡Cuidado! Se presta para malas interpretaciones.
Como verá, el programa es malo pero, como en muchos otros casos, como hay que defenderse del odio antes que hacer televisión, las cosas se van a quedar igual nomás para molestar a quienes iniciaron este escándalo.
Lo lamento mucho. De veras. El Once y los medios públicos mexicanos, en general, merecían otra cosa. ¿O usted qué opina?