Espectáculos

Daniela Romo: La máxima exponente de la vida

Fue un privilegio ir al Auditorio Nacional. ESPECIAL
Fue un privilegio ir al Auditorio Nacional. ESPECIAL

El domingo pasado tuve el privilegio de ir al concierto de Daniela Romo en el Auditorio Nacional.

Y lo digo así, privilegio, porque fue un privilegio tener un lugar en ese escenario sagrado absolutamente lleno de gente que vino de muchas ciudades, de muchos países, a festejar a Daniela.

Pero también lo digo así, privilegio, porque fue un privilegio cantar, reír, bailar y suspirar al lado de la máxima exponente de la vida que tenemos en México.

Daniela Romo, por su trayectoria, por su talento, por su estilo, por todo lo que ha hecho desde hace más de 50 años y por todo por lo que ha pasado es eso, nuestra máxima exponente de la vida.

¿Puede haber una mejor celebración de la vida que ir a un concierto de Daniela Romo?

Como usted sabe, cuando voy a un espectáculo en vivo lo que más me interesa es el público.

No sé usted, pero yo no conozco a otra estrella que reúna, en un mismo escenario, a pobres y ricos, a mujeres y hombres, a chicos y a grandes, a homosexuales y heterosexuales. Daniela Romo nos une.

Ella es una diosa del espectáculo como lo fueron Juan Gabriel, Vicente Fernández y José José. Verla triunfar ahí, esa noche, fue mágico.

La multitud no paraba de gritarle mensajes de amor, de aplaudir cada una de sus ocurrencias, de tomar fotos, de jugar con globos.

Fue como antes de la pandemia, pero mejor, porque todos estábamos muy conscientes de las ausencias, del milagro de la vida y de la importancia de un reencuentro de ese tamaño.

Todo estuvo lleno de detalles de un simbolismo entrañable, como la sudadera roja con ojos en el pecho que Daniela usó al final evocando la camiseta roja con ojos en el pecho de la portada del disco que sacó en 1983.

¿Y qué me dice de sus invitados especiales? No sé qué me tocó el corazón con más fuerza, si los duetos con Fela Domínguez o todas las cosas hermosas que Daniela dijo de ella vinculándola a su vida.

¡Qué momentos! Y qué buena fiesta se armó cuando Los Súper Lamas movieron a las multitudes para interpretar, a su lado, “Que vengan los bomberos”.

¿Pero sabe qué fue lo más impresionante? Que para cuando aparecieron Los Súper Lamas ya nos habíamos parado a bailar un montón de veces, y que no fue, ni remotamente, la última.

Baile, baile, baile. La cantidad y calidad de éxitos de Daniela Romo es alucinante como el nivel de los músicos, los bailarines y los técnicos que la acompañaron.

Fue un megashow, pero contrariamente a lo que muchos pudieran suponer, no fue un megashow de nostalgia. Esas canciones se siguen tocando en las fiestas como si hubieran salido al mercado el mes pasado.

¿Cuál es la nota? Que el arte no tiene edad, que es eterno y que cuando viene de alguien así de congruente funciona a pesar de la entrada y salida de tantas corrientes musicales. ¡Bravo!

Si usted me preguntara: Álvaro, ¿qué fue lo que más te llamó la atención de ese concierto? Yo le respondería: el tema del agradecimiento.

Daniela, todo el tiempo, se la pasó dándole las gracias a su público, a sus compositores, a su gente. Perdón, pero esto, que tendría que ser lo más obvio en un contexto de gente educada, ya no lo hace nadie.

Una persona agradecida es una persona que entiende de bendiciones, que entiende del amor, que entiende de la vida.

Ese concierto, esa noche, fue un gran acto de amor, de bendiciones, de agradecimiento. ¿Ahora entiende por qué le digo que Daniela Romo es la máxima exponente de la vida?

La próxima vez que sepa de una presentación de Daniela Romo, luche por verla. Cuando usted esté ahí, cantando, riendo, bailando y suspirando, entenderá lo que le digo. ¡Viva la vida! ¡Viva Daniela Romo!

Álvaro Cueva

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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
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  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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