Política

México en la Geopolítica del Indo-Pacífico

  • Columna invitada
  • México en la Geopolítica del Indo-Pacífico
  • Ali Barcelata Luna

En el vasto teatro azul del Indo-Pacífico convergen los vientos del destino geopolítico del siglo XXI. Este espacio oceánico es mucho más que una región: es el corazón palpitante del equilibrio mundial. Los vientos monzónicos que antaño impulsaban velas de mercaderes hoy transportan mega buques cargados con microchips, gas natural y otros recursos estratégicos. Lo que ocurre en estas aguas resuena en todo el globo; por ello, el destino de México, como nación bioceánica, también se define en este tablero, entre estrechos clave y rutas que conectan continentes y desafíos globales.

Mucho antes de los europeos, América Latina ya tenía un pasado en esta región. Túpac Yupanqui, el inca navegante, habría llegado a la Polinesia desde el Tahuantinsuyo, recordándonos que nuestras civilizaciones originarias fueron también exploradoras de vastos océanos, con una tradición milenaria de navegación, intercambio y contacto cultural.

En el otro extremo del hemisferio, el Océano Índico albergó una de las redes comerciales más antiguas y sofisticadas del planeta. Wasuajilis, persas, árabes, indios, austronesios y chinos aprovecharon los ritmos estacionales de los monzones para trazar rutas que unían puertos desde la isla de Zanzíbar hasta Guangzhou, China. En este entramado destacó la flota del tesoro del almirante Zheng He,  proyectando en el siglo XV el poder de la dinastía Ming mediante el comercio y la diplomacia naval.

Con la llegada de las potencias europeas, el Indo-Pacífico se transformó en un escenario de intensa competencia por colonias, mercados y rutas estratégicas, donde la hegemonía se impuso mediante guerras y alianzas. En ese contexto, la Nao de China emergió como puente entre la Nueva España y Filipinas. Desde Acapulco hasta Manila, esta ruta fue pionera en conectar América con Asia y constituye un testimonio tangible de la inserción histórica de México en la dinámica de la región.

En el siglo XIX, Estados Unidos utilizó la diplomacia del cañonero para abrir mercados en el Lejano Oriente, enviando buques de guerra para presionar a Japón, China y otros estados insulares, lo que le permitió consolidar su proyección naval, ocupando islas y puertos estratégicos. En la Segunda Guerra Mundial, el Océano Pacífico fue un teatro de operaciones crucial, donde batallas como Midway o Iwo Jima demostraron que el control de islas es esencial para la logística, la proyección de fuerza y la supervivencia de naciones enteras.

Hoy, las líneas marítimas de comunicación y los puntos de estrangulamiento marítimo configuran el pulso de la seguridad y la economía global. Estrechos como Bab el-Mandeb, que conecta el mar Rojo con el océano Índico; Hormuz, por donde transita cerca del 20% del petróleo mundial; Malaca, paso obligado de más de un tercio del comercio marítimo global; y Taiwán, eje de las cadenas de suministro de microchips, son corredores angostos pero determinantes. Su fragilidad los convierte en focos latentes de tensión geopolítica y riesgo estratégico con consecuencias mundiales. En América, el Canal de Panamá y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) posicionana la región como un nodo logístico global. Controlar estos corredores significa dominar los flujos de energía, comercio y poder del planeta.

Por su ubicación y patrimonio insular, México está llamado a desempeñar un rol estratégico en el Indo-Pacífico. Islas como el archipiélago de Revillagigedo e Isla Guadalupe son puntos clave para la proyección y defensa marítima, mientras que la península de Baja California ofrece una plataforma natural para la defensa y conectividad regional. Además, el desarrollo del CIIT y el fortalecimiento de puertos como Manzanillo, Lázaro Cárdenas y Salina Cruz consolidan a México como un actor geopolítico relevante en la región.

En el complejo entorno del Indo-Pacífico, la MARINA, a través de la Armada de México, resguarda la soberanía y los Intereses Marítimos Nacionales. Su despliegue estratégico en las costas e islas del Pacífico mexicano, mediante 1 Fuerza, 4 Regiones, 10 Zonas y 11 Sectores Navales, refuerza la disuasión de amenazas, la seguridad nacional y la cooperación internacional, al tiempo que impulsa condiciones de seguridad, desarrollo y paz para la población.

En el Indo-Pacífico no solo se define el equilibrio mundial, sino también el lugar que México puede y debe asumir como potencia marítima emergente. Porque al proyectarse con firmeza en la mar, México siembra bienestar, esperanza y prosperidad para su Pueblo en tierra firme.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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