La 4T falló en su intento por construir una verdad alterna desacreditando la llamada verdad histórica de lo ocurrido con los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.
Se hizo de testigos protegidos, cuyo papel en la desaparición de los estudiantes fue clave, por lo que adaptaron sus dichos a lo que la autoridad quería escuchar, y ellos decir, para deslindarse de responsabilidad directa. Se trata de “Juan”, que es Gildardo López Astudillo, integrante de Guerreros Unidos, y “Karla”, un elemento de protección civil que la noche del 26 de septiembre participó en el homicidio de Julio César Mondragón, normalista, cuyo cuerpo con el rostro destruido fue encontrado días después. Su nombre es David Cruz Hernández y le apodan El Chino.
Sin embargo, la investigación se puede corregir. Dar a conocer lo que motivó el secuestro y asesinato de los estudiantes y acercarse al que fue su destino final. Aunque evitarán todo lo que señale al basurero de Cocula.
Esa postura, por no decir necedad, ha provocado que la Comisión para la Verdad de la Segob y la oficina de la FGR que investigan el caso rechacen buscar y encontrar testigos clave que siguen prófugos.
Uno de ellos, cuya identidad revelé hoy en estas páginas y ayer en Notivox Tv: Édgar Damián Sandoval Albarrán, alias La Rana o Güereque, es mencionado por al menos 9 de los presuntos autores materiales como partícipe del traslado y asesinato de los jóvenes. Está prófugo en Estados Unidos. La PGR creyó haberlo detenido en 2018, pero capturó a la persona incorrecta.
Otro es Juan Miguel Pantoja Miranda, El Pajarraco. Testimonio que obtuve vía transparencia hace exactamente dos años. Relato que solo dio a visitadores de la CNDH, pues fue liberado sin rendir su declaración ministerial. Según el subsecretario Alejandro Encinas lo ubicaron, pero jamás detalló lo que les dijo.
Está pendiente la extradición de Ulises Bernabé, juez de Barandilla que tuvo a su disposición a un grupo de normalistas la noche de su desaparición. Tiene asilo en Estados Unidos, pero una orden de aprehensión vigente en su contra en México. Tampoco se ha investigado al que lo encubrió, el entonces presidente de la CEDH de Guerrero, Ramón Magdaleno Navarrete.
Y falta dar con el probable autor intelectual, que supuestamente cambió la orden de calentar a los jóvenes por la de matarlos. Se sabe que le apodan El Patrón y no es José Luis Abarca.
La verdad de lo ocurrido la deben tener los responsables. A esos hay que buscar.
