
“Ale, ¿Cuánto alcohol puedo tomar?” es una de las preguntas más comunes entre los pacientes en la consulta y, usualmente, esperan a que hayamos terminado de ver otros temas para hacerla. Creo que deciden posponerla hasta al final porque ya saben que mi respuesta, que se las doy por escrito, es: uso nulo de alcohol. Pero ¿en realidad se debe ser tan estricto?
Todas las diferentes versiones que conocemos de bebidas alcohólicas contienen etanol y éste se absorbe en el cuerpo para después ser metabolizado y excretado. Una vez que llega al hígado se transforma, mediante enzimas, a otros componentes que puedan desecharse vía renal pero este proceso es complicado y dañino por diferentes razones. La primera es que la cantidad de enzimas para llevar a cabo esta transformación varía entre personas y por ello hay a quienes una bebida les afecta más, y otros que pudieran tomar mucho y estar “bien”. Por otro lado, estas sustancias que se forman para desecho son oxidantes. Una de ellas, el acetaldehído, se relaciona con gran variedad de tipos de cáncer siendo lo más comunes: mama en mujeres y colon en hombres. ¿Todos los alcoholes forman estas sustancias? Si, porque todos contienen etanol.
Cuánto tomar de alcohol es una cuestión difícil de responder. Antes, la ciencia recomendaba 2 bebidas en hombres y 1 en mujeres, como parte de una sugerencia segura y sin riesgos, pero hoy la realidad es otra. Partiendo del punto de que las enfermedades crónicas tienen un componente genético y uno de estilo de vida para desarrollarse, podemos concluir que aún y cuando en estilo de vida “todo parezca estar bien” en los genes sólo lo sabríamos mediante estudios especializados. Si hay una persona con alto riesgo de cáncer de colon, que incluso ya tiene pólipos, pero no se ha dado cuenta, y bebe la cantidad recomendada como “segura”, es una persona que está aumentando su riesgo a cáncer de una manera impresionante.
Recientemente la incidencia de este padecimiento en hombres entre 30 y 40 años ha aumentado, y un factor en común entre ellos es el consumo de alcohol, además de ser latinos donde los genes de riesgo son comunes.
Ante lo anterior la ciencia hoy dice “uso nulo de alcohol” porque como profesionales de la salud no queremos ponerte en mayor riesgo de ninguna enfermedad y no podemos recomendar una sustancia nociva que hoy se relaciona con Alzheimer, diabetes tipo 2, infartos, etc. Pero ¿en realidad no hay espacio para la flexibilidad en este tema?
Pues sí que lo hay, pero los riesgos los debes medir tú, de forma individual y personal. Los profesionales de la salud no lo vamos a decidir por ti. El alcohol cuando se consume de forma esporádica y en las dosis más bajas posibles se puede metabolizar bien. De hecho, en las “zonas azules”, lugares del mundo donde vive la gente más longeva, la ingesta de alcohol es esporádica y con medida. La diferencia entre su estilo de vida y el nuestro son los bajos niveles de estrés que viven. Es muy diferente disfrutar una cerveza o una copa de vino un día a la semana con tu familia, que tomarlo diario y en altas cantidades (más de 2 bebidas) para liberar ansiedad y estrés.
Por lo tanto, la fórmula que le doy a mis pacientes para que decidan por ellos mismos qué alcohol y cuánto consumir es: escoge el que más te guste y que menos vayas a tomar, o más puedas controlar. Consúmelo en una ocasión de convivencia, con gente que quieres. No te sientas forzado a tomar de más y, en definitiva, no manejes después de haber tomado. Para vivir más y mejor hay que ser flexibles, pero esta flexibilidad debe ser medida y disfrutada.