En nuestra sociedad mucho se habla del cuidado de los enfermos crónicos, terminales, adultos mayores y niños. Pero, ¿qué pasa con aquellos que dedican su vida a cuidar de estos pacientes? Los cuidadores primarios o principales son piezas fundamentales en la atención y bienestar de muchas personas, pero a menudo su labor es invisible y su bienestar pasa a un segundo plano.
Ser cuidador es una labor que requiere dedicación, amor y paciencia. Sin embargo, esta tarea, muchas veces heroica, puede llevar a un estado de agotamiento físico, emocional y mental conocido como "agotamiento del cuidador". La Clínica Cleveland señala que más del 60 por ciento de los cuidadores experimentan síntomas de este agotamiento, que incluyen fatiga, ansiedad, depresión, irritabilidad y cambios en el apetito o el sueño. Estos síntomas, si no son tratados, terminan por desarrollar enfermedades crónicas e, incluso, una muerte prematura.
El agotamiento del cuidador no solo afecta a quienes cuidan de pacientes con enfermedades crónicas o terminales, sino también a aquellos que atienden a adultos mayores o niños, algo que, muchas veces, es una labor ejercida por la misma persona: personas en sus 30-40 años que cuidan de sus hijos y sus papás a la vez. Esta generación, llamada “sándwich” por estar en medio las otras dos, tiene un alto riesgo de enfermedad cardiovascular por el estrés que vive.

Los cuidadores suelen asumir responsabilidades como el manejo de medicamentos, la preparación de comidas, decisiones financieras y el monitoreo de la salud, todo sin entrenamiento formal en muchos casos. El agotamiento ocurre cuando no se recibe la ayuda necesaria, al intentar hacer más de lo que se es capaz, tanto emocional como física o financieramente. Seguro habrás escuchado de algún caso así.
El cuidar de una persona no solo cambia la vida del cuidador sino de muchas personas que lo rodean. Las familias tienen que reorganizar sus vidas y economía para proporcionar cuidados, lo que genera un impacto significativo en el núcleo que se ve reflejado también a nivel nacional. Hay muchas familias en esta situación y poco se hace por ellas. Por ello es crucial que los gobiernos reconozcan y apoyen a los cuidadores. Algunos países europeos ya han implementado programas de apoyo, ofreciendo desde formación en cuidados hasta asistencia económica y servicios de apoyo para darles un respiro a quienes ejercen esta labor.Si conoces a un cuidador o eres uno, es esencial priorizar tu propio bienestar. Debes cuidarte primero para poder cuidar a otros. Como la regla de la máscara de oxígeno en un avión: primero debes ponerte tu máscara antes de ayudar a los demás. Es importante reconocer los riesgos que viven los cuidadores y tomar medidas proactivas por ellos (o por ti). Si tú eres cuidador, levanta la mano, pide ayuda, busca grupos de apoyo. Busca delegar algunas actividades para que tú también puedas descansar, tú también requieres cuidado, es un derecho que nadie te debe negar. Separarte unas horas de tu labor de cuidador para regalarte tiempo para tu salud emocional te ayudará a vivir más y mejor y, así, cuidar mejor de quien te necesita y a quien quieres.
Experta en Nutrigenética y Medicina del estilo de vida