“Esto es un Mundial de Clubes, vamos a representar solamente a Tigres, y no vamos a representar a nadie más que se quiera colgar de nuestras tetas”
Nahuel Guzmán
Vaya novela la que se formó alrededor de la participación de Tigres en el Mundial de Clubes. Un equipo que ha luchado por convertirse en un protagonista del futbol mexicano y ganarse la simpatía de los aficionados, tratando de trascender en los futbolístico, pero sin dar un paso firme por ser uno de los clubes más importantes y relevantes de nuestro futbol.
Si bien el llamado equipo de la década ha marcado tendencia con la obtención de varios títulos, también es cierto que la forma mezquina de su futbol provoca que muchos aficionados cuestionen su nivel de trascendencia.
Una virtud de los mal llamados equipos “grandes” fue que durante su época de supremacía se veía un futbol superior y vistoso en todos los sentidos por encima de cualquier club. Muchas generaciones crecieron no solo añorando ser como Tena, Marín o Chava Reyes, también eran jugadores que se ganaron el respeto de sus propios adversarios, aun fuera del terreno de juego.
Si bien Tigres ha hecho el mejor papel de un club mexicano en el Mundial de Clubes, también es cierto que las formas cuentan tanto dentro como fuera del campo. La forma en cómo los jugadores menospreciaron la representación del futbol mexicano con declaraciones públicas, provocando un ambiente de desacreditación total aunado a la poca exhibición futbolística mostrada en dicho torneo.
¿Cómo olvidar las múltiples burlas en redes sociales de muchos de sus jugadores enganchados en contra de quien se atreva a cuestionarlos? ¿Cómo dejar pasar aquel partido donde mostraron poca solidaridad ante la problemática de un equipo completo como el Veracruz? ¿Cómo olvidar que el mejor jugador de su historia levanta la voz en contra del arbitraje y señala de forma valentonada, emitiendo juicios en contra de jugadores, entrenadores, y ahora hasta de los propios mexicanos? ¿Cómo olvidar que hay formas de ganar y perder, pero sin la mezquindad de reservarte en los momentos más trascendentales de un partido?
Esos son solo algunos de los cuestionamientos a un equipo que se ha cansado de autodenominarse “grande”, y que no se hace escuchar más allá del Cerro de la Silla. Si bien es de sumo reconocimiento lo hecho por Tigres en este Mundial, así como la esencia que ha marcado en estos últimos años en la liga mexicana, también es de señalarse que Tigres no murió en la raya, que se enfrentó a un rival que no tuvo que emplearse a fondo para verse superior pero que nunca se sintió en peligro de perder su lugar en la historia. Tigres enfrentó a la peor representación del futbol sudamericano y a un equipo asiático que traía a cuestas una falta de ritmo notable. Aún con ello no demeritaremos lo logrado por los felinos en tres partidos para ser catalogados como subcampeones mundiales.
Hoy Tigres no se ha podido ganar ese sitio que un América logró en múltiples ocasiones viniendo de atrás para trascender fronteras, o con un Cruz Azul con millones de mexicanos y argentinos reconociendo la forma en que se plantó en la cancha de la Bombonera, ni siquiera cuando muchos nos indignamos por la forma en que el Bofo fue tratado y le pintó cara a Boca Juniors en su propia cancha vistiendo la playera de Chivas, o en aquella final donde todos fuimos Tuzos por un día por la entrega y corazón de sus jugadores. No Tigres: te falta un mundo para entender que esa grandeza que tanto añoras está en el reconocimiento no solo de tus seguidores que tanto te defienden, sino en el respeto y admiración de tus rivales, y para eso debes entender que las formas en el futbol como en la vida sí importan.
Hasta la próxima…
@AlbertoRomeroMP
