Política

Éramos felices y no lo sabíamos

  • Columna de Alberto Isaac Mendoza Torres
  • Éramos felices y no lo sabíamos
  • Alberto Isaac Mendoza Torres

Imagine que está en una reunión con el grupo de amistades o familiares con los que mejor suele pasarla. El lugar es agradable (según lo que a usted más le guste, día, noche, playa, montaña, frío, calor), hay buena comida, hay buena bebida -no necesariamente alcohólica-, buena charla o incluso un silencio reparador. De pronto como en una epifanía usted descubre que la está pasando bien y justo en ese momento de clímax decide poner esa sensación en palabras. ¿Qué pasaría, qué le dirían sus acompañantes?

Dejo estas palabras aquí para que tenga tiempo de pensar y no responda a bote pronto.

Ahora sí, volvamos al asunto.

No tengo la total certeza de lo que podría pasar, pero si apostaría a la posibilidad de que se presentaran dos escenarios promedio, que tienen más que ver con el número de participantes de la hipotética reunión, que con otra cosa. Si está en pareja, tal vez su acompañante se volteé a verlo y asienta, ya sea solo con la cabeza o con palabras, no tanto por reconocer que en él pasa lo mismo, sino por la ilusión de alargar ese momento que usted ha roto como copa de vino.

Ahora bien, si la frase la soltó en medio de un festín con la mesa llena ocurrirá que la mayoría le volteará a ver con cara de fastidio, de asombro o de incredulidad por no saber qué está pasando y el más valiente le soltará frases como “disfruta no arruines el momento”, “ya estás borracho” o “a ti con dos o tres copitas encima te da por filosofar”.

Sin embargo, si este mismo reconocimiento de plenitud se manifiesta a manera de recordatorio en la siguiente ocasión en al que vuelvan a estar juntos, no habrá alguien que se atreva a cuestionarle. Las narraciones fantasiosas de lo que ocurrió esa noche o ese día, se irán tejiendo a dos voces hasta alcanzar niveles de epopeya, digna de ser cantadas en los pueblos cercanos para que todo el mundo se entere. Y esto da sustento a la melancólica expresión: “éramos felices y no lo sabíamos”.

¿Por qué no podemos darnos cuenta en el instante mismo que somos felices? Una posible explicación es que el humano es un ser hecho de verbo sí, pero también de artículos, adjetivos, pronombres, preposiciones, adverbios, conjunciones, interjecciones, en suma, estamos hechos de narración y para las narraciones, entonces todo lo que nos ocurre pasa sí y solo si lo podemos contar. Es decir, vivimos el presente solo porque nos contamos el pasado.

Y la pinza se cierra si aceptamos que la felicidad no nos es dada, es algo que debemos arrebatarles a los dioses. Entonces la narración de hechos pasados en donde lo logramos, pudimos ir al cielo y arrancar el fuego a esa bola amarilla gigantesca, sin que se nos quemaran las alas, cobra particular sentido.

Fuimos felices y no lo supimos, pero qué importa la frugalidad del tiempo presente si podemos recurrir a la memoria y la memoria nos bañará incesante una y otra vez con ese relato que, justamente como los vinos, sabrá más sabroso si permitimos que el tiempo haga lo suyo.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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