Hoy 28 de agosto cumplo 40. No tengo panza chelera. Ni un Rolex. Ni una Harley. Ni —creo— una crisis existencial. Tengo un micrófono. Una hija. Dirijo el medio público hidalguense. Un gran equipo que me ve como jefe. Y amigos que me siguen viendo como si tuviera 25. Ya tengo achaques que aparecen tras jugar la cascarita del domingo en el tradicionalísimo torneo de medios … y sueños que no se me han ido.
He trabajado dos décadas frente a cámaras, detrás de micrófonos, en la furia de la noticia y en el silencio mañanero de estudios vacíos de diversas ciudades y países. En Colombia, por ejemplo, aprendí que cuando alguien te dice mientras vas manejando “¡Cuidado, policía acostado!”, no se trata de una escena del crimen... sino de un simple tope. Me llevé el susto de mi vida en Bogotá.
Y, sin embargo, el momento más transformador de estas cuatro décadas ha sido volver. Volver a esta tierra donde nací, que me formó, que me retó, que me sigue desafiando.
Tras más de una década volví a Pachuca, y lo hice —gracias a la confianza del gobernador Julio Menchaca— para servir desde uno de los frentes más humanos del gobierno: el medio público hidalguense.
Dirigir Radio y Televisión de Hidalgo ha sido una de las experiencias más gratificantes de mi vida profesional. Ver nacer nuevas estaciones, construir una narrativa que abrace a la gente, obtener concesiones históricas y presenciar los primeros premios y reconocimientos del Canal del Pueblo ha sido, más que un logro, un privilegio.
Soy maestro, director, papá medio torpe. La academia me entusiasma porque exige reflexión, pausa y profundidad, justo lo que el mundo digital parece dejar de lado. Por eso escribo. Mis fines de semana —robados al descanso— los dedico a terminar un doctorado humanista que impulsa el pensamiento largo, la palabra dicha con intención.
Cumplir 40 con la posibilidad de servir a mi estado y hacer lo que amo es un regalo. Porque servir a mis paisanos desde lo que más amo me hace sentir pleno. Pero no conforme. Lo que ya viví, lo agradezco muchísimo. Pero lo que viene me ilusiona todavía más. Honro lo vivido. Abrazo lo que viene. Gracias por leerme. Gracias por acompañarme.