México ha establecido su posición frente al conflicto palestino-israelí. “No deseamos la guerra, abogamos por la paz”, ha afirmado el presidente Andrés Manuel López Obrador. El gobierno mexicano reconoció “el derecho a la legítima autodefensa de Israel”, condenó “el uso de la fuerza contra población civil” y anunció dos vuelos de ayuda humanitaria para la repatriación de cientos de compatriotas que se encuentran varados tras el estallido de la violencia.
A pesar de las dificultades y tensiones que México ha enfrentado a lo largo de la historia, ha mantenido su postura neutral, buscando mantener relaciones respetuosas con otras naciones y abogando por la no injerencia en asuntos que competen a cada país.
Para los analistas en relaciones internacionales, la política exterior mexicana se ha basado en la Doctrina Estrada, cuya premisa es la preservación de la paz y la estabilidad a nivel internacional, al tiempo que promueve el respeto de los principios de autodeterminación y no intervención en los asuntos internos de otros países.
Desde el siglo XIX, incluso antes de formalizar la doctrina que expone estas directrices, México se caracterizaba por adoptar una política de neutralidad. Durante este periodo, el país se enfocó en fortalecer su soberanía nacional mientras atravesaba una etapa de transformación tras la larga lucha por la independencia y en medio de numerosas intervenciones extranjeras en su territorio. Esta elección de neutralidad fue un componente esencial de su identidad como nación.
La Doctrina Estrada, formulada por el diplomático Genaro Estrada en 1930, ha perdurado a lo largo de los años y ha sido un pilar desde entonces en la política exterior. México ha seguido defendiendo estos valores y ha desempeñado un papel activo en foros internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas, para contribuir a la construcción de un orden internacional basado en la justicia y el respeto mutuo.
La neutralidad de México también ha sido evidente en su enfoque hacia conflictos regionales. Durante la Guerra Civil de El Salvador en la década de 1980, México se destacó por su papel como comunicador neutral en busca de una solución pacífica al conflicto. Recientemente, México fue mediador de la crisis en Venezuela, tras la disputa de Nicolás Maduro y Juan Guaidó sobre la presidencia del Ejecutivo venezolano. Esta diplomacia activa se ha mantenido en medio de tensiones internacionales y conflictos regionales, lo que ha contribuido a una imagen mexicana como un actor confiable en la arena internacional.
A pesar de mantener estas premisas de política exterior, a lo largo del siglo hubo excepciones a la Doctrina Estrada. Por ejemplo, el gobierno del presidente José López Portillo participó activamente en la caída de Anastasio Somoza en Nicaragua. Durante la misma década, México retiró a su embajador en Chile tras el derrocamiento del presidente Salvador Allende. Del mismo modo, en respuesta al ascenso de Francisco Franco en la guerra civil de España.
Actualmente, México ha condenado la violencia y ha llamado a un cese al fuego inmediato para proteger a las víctimas del conflicto palestino-israelí. El gobierno mexicano ha respaldado el derecho de Israel a la legítima defensa y, al mismo tiempo, ha abogado por el respeto de los derechos humanos de los palestinos.
La Secretaría de Relaciones Exteriores reafirmó su llamado a la comunidad internacional y a las Naciones Unidas para que impulsen un proceso político que fomente una paz justa y sostenible en la región. Además, México ha reiterado su disposición para colaborar en todos los esfuerzos dirigidos hacia la consecución de una paz duradera, fundamentada en el mutuo respeto y el pleno acatamiento del derecho internacional.
En relación con la segunda ronda de consultas informales sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania, programadas para los días 5 y 6 de agosto en Arabia Saudita, el gobierno de México reafirmó un seguimiento cercano de la evolución de los acontecimientos, su respaldo a los esfuerzos destinados a promover la paz e instar a un cese al fuego. El gobierno mexicano mantiene su disposición para contribuir a los procesos de paz, como se evidenció con la propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador de establecer un grupo de países y actores internacionales como mediadores entre ambas partes.
La neutralidad de México a lo largo de la historia ha sido una característica fundamental que ha marcado nuestra identidad como nación. A pesar de los desafíos y las presiones que ha enfrentado, México ha mantenido una postura de no intervención en los asuntos internos de otros países. Esta política de neutralidad ha sido un pilar de nuestra diplomacia y una manifestación de compromiso con la paz y la autodeterminación de las naciones.