El año próximo, la muy noble y muy leal Ciudad de México cumplirá 500 años de su glorioso pasado, ensombrecida por las secuelas del coronavirus.
Lentamente, la vida cotidiana del Centro Histórico tratará de reanimarse, después de varios meses sin peatones ni coches, sin museos ni iglesias abiertos al público.
No será la primera vez que la depresión económica y social azote a la gran capital de México ni que sus habitantes luchen por salir adelante, desde la conquista hasta nuestros días.
Una de las epidemias que azotó a la Nueva España ocurrió a fines del siglo XVII. Provocó la muerte de cientos de miles de personas, incluyendo a la ilustre Sor Juana Inés de la Cruz, quien falleció en el Convento de San Jerónimo.
De esa época surgió la Leyenda de la Calle del Ángel, situada en lo que hoy es la calle 16 de Septiembre, unas cuadras más al norte del convento.
Dice la leyenda que en la esquina que hoy forman 16 de Septiembre con Isabel la Católica, en el lugar donde hoy se encuentra el Sanborns junto a la Casa Boker, se apareció un ángel.
La leyenda cuenta que la joven Magdalena, impulsada por nobles sentimientos, prodigó todo género de auxilios a los enfermos de cólera que desolaba la Ciudad de México.
La chica poseía deslumbrantes atractivos de belleza aunados a su riqueza espiritual. Socorría a los moribundos, sin importar la diferencia de clases, con medicamentos o con palabras de aliento.
En cierta ocasión un muchacho se sintió atraído por su bondad y belleza, pero Magdalena seguía sin distraerse de su caritativa obra yendo de casa en casa para cumplir con su noble labor.
Un aciago día Magdalena cayó enferma y al morir víctima de cólera se proyectó en el espacio una figura etérea, la de un ángel que al descender hasta el lecho de la enferma recogió su noble alma y ascendió al cielo dejando una estela luminosa.
Otra versión de la leyenda dice que el joven tomó la mano de Magdalena agonizante y se la puso en el pecho para declararle su amor. En ese momento ella murió y el joven convertido en ángel subió al cielo con el alma de su amada.
Un poeta anónimo evocó la tragedia con el siguiente soneto:
“Nunca mundano afecto halló cabida
En este corazón que me sofoca,
Sólo el filial amor hizo en la vida,
Altar del pecho que tu mano toca”.
El recuerdo de esta leyenda, que podría sonar cursi por el tono romántico del pasado, es valioso para exaltar la intemporal virtud de la caridad humana que practica hoy el personal de salud del IMSS y del Issste en la lucha contra la muerte.
Se esfuerzan trabajando con equipo deficiente y escaso. Una enfermera, dependiendo de su especialidad, gana entre 17 mil y 25 mil pesos, mientras que un doctor percibe entre 29 y 34 mil pesos netos.
El ejemplo de la legendaria Magdalena continuará con nuevas leyendas que exalten la abnegada labor de curar enfermos exponiendo su propia vida.
El ángel que salva a México está hoy en los hospitales.
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@AGutierrezCanet