Política

¿Te opones o no a la autocracia?

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El talante del ciudadano de cara a una elección deriva de la percepción del impacto de las distintas candidaturas. Si un elector cree que la victoria de una candidata le causará un beneficio o un perjuicio grande, participará con intensidad; si asume que, gane quien gane, su vida no cambiará sustancialmente, caerá en la apatía. Esto podría explicar la actitud de algunos mexicanos que, si bien no simpatizan con la 4T, consideran que su prolongación por otros seis años sería quizá mala pero no intolerable para el país y, por ello, no le dan la suficiente importancia al desenlace de esta contienda electoral.

El tema es relevante porque la afluencia a las urnas, que puede impedir el triunfo de Morena y sus satélites, dependerá del ánimo de la oposición. Insisto, si los votantes fuera del universo oficialista no se dan cuenta de que la continuidad del statu quo sería desastrosa, la motivación opositora menguará. Debo pues explicar por qué, a mi juicio, sería muy grave la perpetuación de la 4T —la palabra es precisa: el presidente López Obrador quiere que su mandato se perpetúe por interpósitas personas—; callar sería irresponsable. Y es que hay quienes no se han percatado de que la mitocracia de AMLO —el cratos de la narrativa fantástica— esconde una realidad dañina para México.

El problema central es el germen de autocracia: el poder absoluto y discrecional, sin contrapesos, que produce un gobierno de cheque en blanco. De esa voluntad única e incontrastable nace la imposición del pensamiento único. AMLO ha gestado un nuevo culto a la personalidad apoyado en una ideología en tiempo real que cambia en función de sus personalísimas y veleidosas convicciones, la cual ha de ser suscrita por todo mexicano so pena de ser declarado corrupto y traidor a la patria. Ser demócrata, para él, es impulsar la versión populista de la dictadura del proletariado, que implica la marginación de minorías disidentes. En este sentido su popularidad es nociva, porque le da la fuerza para avasallar e imponer ocurrencias encapsuladas en rudimentos ideológicos a las que les confiere el monopolio de la legitimidad, para militarizar, para sojuzgar o destruir instituciones y construir caprichos sobre la improvisación y la ineptitud y para cogobernar con una ominosa sombra criminal.

Esta corrosiva realidad es la que AMLO quiere petrificar mediante una elección de Estado a favor de su candidata. Si no ves el daño a la democracia —cuya funcionalidad presupone la existencia de diversas opciones reales de poder— y dejas que otros decidan por ti, no tardarás en sentirla. Y no se trata solo del abstencionismo sino también de la fragmentación: si de veras te opones a la autocracia, si repudias la amenaza del “tele caudillismo” que llevaría a la hemiplejia democrática, no avales la división del sufragio opositor: contribuye a la sinergia en la elección presidencial. He aquí mi exhortación: si crees que el proyecto transexenal de AMLO revierte nuestra precaria transición, la que con todos sus rezagos y carencias nos libró del sistema de partido hegemónico, súmate a la candidatura que puede detener la continuidad autocrática para derrotar a la 4T e impulsar la 4A, la cuarta alternancia. Lo demás es egoísmo partidario o, peor aún, falsa oposición.

Piénsalo.


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Agustín Basave
  • Agustín Basave
  • Mexicano regio. Escritor, politólogo. Profesor de la @UDEM. Fanático del futbol (@Rayados) y del box (émulos de JC Chávez). / Escribe todos los lunes su columna El cajón del filoneísmo.
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