Ya sabemos cómo es el México que la 4T quería construir, pero no nos han mostrado los planos de su “segundo piso” (2P-4T). ¿El modelo económico de Sheinbaum es el de López Obrador? Si bien la Presidenta ha suscrito públicamente el “humanismo mexicano” —ese champurrado de ideas y ocurrencias que su mentor aterrizó en una política social redistributiva y una política energética estatista— hay razones para preguntar si el 2P-4T quiere correrse más a la izquierda. Las formaciones ideológicas de uno y otra son distintas: él se inició en el PRI del nacionalismo revolucionario, ella creció en un entorno familiar y en un movimiento estudiantil cercanos al marxismo. Aunque infancia no es necesariamente destino, y menos lo es la juventud, la pregunta me parece pertinente porque no sabemos —al menos yo no lo sé— si evolucionó o no a la socialdemocracia como algunos de sus compañeros. Y hay algo más que llama la atención: varios de sus colegas que se quedaron en el radicalismo juvenil, a quienes AMLO dio en su sexenio cargos marginales, tienen ahora posiciones de poder.
Dejemos de lado etiquetas y vayamos a cuestionamientos específicos. ¿Qué restricciones a la propiedad privada le parecen legítimas a este gobierno? Lo pregunto porque la retórica oficial en torno a las protestas contra la gentrificación, y antes sobre la disposición legal para realizar declaraciones de bienes raíces en Ciudad de México, dejó muchas dudas. Gentrificar o no gentrificar es un falso dilema; hay que planear, algo que a los mexicanos nos cuesta mucho trabajo. El imperativo es una planificación urbana que proteja a los desprotegidos y genere opciones de vivienda digna para todos. Ahora bien, ¿qué límites han de imponerse a la compraventa y renta de inmuebles y qué es válido hacer con las casas y los departamentos temporalmente deshabitados? Cierto, hay megalópolis que los restringen, como Nueva York, pero lo hacen vía incentivos fiscales. ¿Considera la jefa de Gobierno de CDMX la posibilidad de expropiarlos? ¿Y la Presidenta, qué entiende por utilidad pública?
Con AMLO sufrimos sabiendo a qué atenernos: populismo autocrático, animadversión hacia la clase media y, curiosamente, un buen trato a los “machuchones” que inhibía afectaciones a la propiedad. ¿Va Sheinbaum en sentido inverso, rumbo a una menor concentración de poder —que compartiría con el obradorismo y el mandarinato de Morena— y a un mayor desprecio por el patrimonio particular? Hay señales cruzadas: en Palacio Nacional se tranquiliza a los grandes empresarios y enfrente se dan sustos inmobiliarios a los clasemedieros. ¿Se va a seguir apapachando al gran capital y fastidiando a la pequeña burguesía, de por sí inerme ante el nuevo Poder Judicial guinda? Y ya entrado en gastos inquisitorios, ¿qué ocurriría si el radicalismo cuatrotero usa la hostilidad de Donald Trump para atizar la violencia antiyanqui que se manifestó en la Condesa y que las autoridades rehusaron contener? López Obrador le tuvo miedo a Trump y cultivó su amistad, pero el discurso de odio y el nativismo que esparció sembró xenofobia, así que tampoco estaría de más saber a dónde está dispuesto el 2P-4T a llevar esa confrontación. Digo, por aquello de que las reacciones del amigo de Andrés Manuel en Washington pueden dañarnos a todos.