Cultura

La última y nos vamos

Se acabó el 2023. Qué bueno. Fue un año terrible. Cuando estaba para finalizar el 2022 pensé algo así como “el año que viene pinta bien y las cosas saldrán mejor”. Pues no fue así. Empeoraron en todos los sentidos. Hace un año escribí sobre la nimiedad de los propósitos y sobre las alucinaciones y autoengaños de las predicciones. Este año seré mucho más optimista y voy a pensar que, ahora sí, las cosas van a cambiar. Pero, ¿qué cree? Pues que no puedo. Digo que no va con mi personalidad ni con mi manera de pensar creer que las cosas van a mejorar. Y no porque uno no pueda, sino porque, aunque nos esforcemos en lograrlo, las condiciones y la realidad lo impiden. Aquí todo es un viaje cuesta abajo y a contracorriente. Y no hay nada que indique, que presuponga o vislumbre que la situación será favorable. La evidencia marca lo contrario y no hay para dónde hacerse. ¿Tiene sueños, proyectos, ideas? Se van a la mierda, de seguro. Sea precavido. Mire, este año terminé con mi patrimonio. Lo poquito que había juntado para abrir un negocio se fue casi en su totalidad. Ya no hay garantía de salir adelante solo con la fuerza del tesón, de la visión, de hacer bien las cosas, de estudiar el mercado y mantener una administración y finanzas saludables: debemos recurrir a la fe en la suerte y en el santo que usted quiera, porque haciendo las cosas bien no garantiza una chingada. Ya no, antes más o menos. Pero esos tiempos en los que se recompensaba el esfuerzo y la visión quedaron atrás.

Unos se conforman con declarar que no se murieron y que no están enfermos. No, pues si nos vamos a estar conformando con lo mínimo, pues nunca vamos a lograr vivir como queremos. Mire, tengo graves dudas de que nuestro golpeadísimo país vaya a mejorar. Lo digo porque de seguir esta tendencia autodestructiva (y todo parece indicar que así será) entraremos en un espiral del cual difícilmente saldremos. El daño causado por esta y otras administraciones nos va a costar décadas resolverlo.

El caso es que yo, y muchísimos otros, estamos hartos. Los que tenemos negocios pequeños luchamos diariamente para mantenernos funcionando, ya no digo ganando dinero. A un amigo le cayó el narco y tuvo que cerrar: –Me vas a dar 25 mil mensuales–, advirtió. –Pero cómo te voy a dar esa cantidad si ni yo mismo los gano–, contestó el restaurantero. –Ah pues ese es tu problema: a mí me pagas a ya sabes cómo te va–. A otro colega lo corrieron del trabajo y decidió poner un puesto de hamburguesas afuera de su casa. No tardaron los del municipio en caerle y extorsionarlo. Además de las granaderas, que lo acosaban día y noche. Al final cerró y optó por hacer comida dentro de su casa y para llevar. La lista de casos de gente que le mete todo a sus sueños, proyectos e ideas y que fracasa es enrome. Pero seguimos. Y lo hacemos porque tenemos la esperanza de que las cosas se mejoren. Más bien intentamos mejorar las cosas, porque esperar a que todo se arregle automáticamente, pues no. No es magia.

Hay días en que siento que en el país no ocurre nada, que la gente ha decidido encerrarse en sus casas, ponerse contra la pared y darse de topes en la frente hasta sangrar.

Vivimos en tierra de nadie y se va a poner peor. Mire, he estado viendo westerns y los escenarios típicos son de bandas criminales que roban ganado, asaltan pueblos y ranchos y se salen con la suya. Con cada película que veo no puedo más que ver el reflejo de lo que nos ocurre a nosotros, ahora. Cada día nos alejamos más de la civilización, de la ley y el orden. La estadística y el día a día lo confirman. Y ese no es un buen escenario para prosperar, sino para valer madre, y duro.

Así que, en vista del luminoso futuro que tenemos para este 2024, no le veo otra más que eso: encerrarse en casa y darse en la frente contra la pared, desde bien temprano, hasta sangrar. Al final del 2024 haré un recuento de lo ocurrido para ver si yo tenía razón o era solo mi irrenunciable e irremediable pesimismo. Espero estar equivocado.

Tómese unos tragos para despedir el año y otros para darle la bienvenida a la nueva pesadilla que se avecina.

Ah, y dejen de mandar mensajes de “¡Feliz año nuevo! ¡Lo mejor para ti y tu familia en este año!”. Son mamadas. No sirven y suenan a broma cínica.


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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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