Jorge Luis Borges cumplió 121 años el 24 de agosto y tuvo el mejor de todos los trabajos: estar encerrado en una biblioteca durante años. Este articulillo es un breve homenaje para celebrar su ingenio, su genio y su presencia constante en nuestra cultura. Me pasé toda la semana viendo entrevistas en YouTube y otras citas las saqué de El aprendizaje del escritor, de editorial Lumen.
Me gusta leer a Borges porque, como él mismo ha dicho: “Todo lo que he escrito tiene que ver conmigo, mi obra es mi historia, mis recuerdos. En mis cuentos no hay personajes, se entiende que soy yo, ligeramente disfrazado porque todo lo que yo escribo es autobiográfico: todo cuento mío, aunque sea fantástico, corresponde a una experiencia personal, sobre todo a una pasión personal”.
No hay mejor manera de entender y disfrutar a Borges que escuchando y leyendo todas las cosas que decía en entrevistas, conferencias y clases. Mire, cuando uno opina sobre un autor basado en su obra y al mismo tiempo en su biografía se cae en una percepción engañosa. A tal efecto dice un amigo, refiriéndose a Juan José Arreola –a quien conoció en una ocasión– que a partir de ese día prefirió no saber ni enterarse de nada de un autor y que lo mejor era concentrarse en su obra; “(Arreola) era un gran conversador, jugaba ajedrez con tal de que le dieran una botella de licor, era presumido, pesado y pusilánime: lo mejor de Arreola fue, si duda, su obra”. En el caso de Borges todo pareciera ser al revés: se le escucha tan honesto, directo y humilde que no cabría pensar de que se trata de un patán o simplemente un cagapalos.
Borges, elaborando una diferencia entre el cuento y la novela:
“En un cuento es más importante la trama o el argumento, a diferencia de una novela, donde importan más los caracteres. En el Quijote, por ejemplo, lo realmente importante es el carácter de los dos personajes. En la saga de Sherlock Holmes, es la relación de amistad entre el protagonista y el doctor Watson. Por tanto, cuando se va a escribir una novela, se debe saber todo acerca de los personajes y entonces la trama o argumento estarán bien, en tanto que para el cuento lo fundamental es la trama”.
Le preguntan si la ficción debe estar comprometida con los asuntos políticos y sociales de su tiempo. Contesta:
“La ficción siempre está comprometida con su tiempo y nosotros no tenemos por qué preocuparnos de eso; por el solo hecho de ser contemporáneos no podremos sino escribir en el estilo y el modo de nuestro tiempo. No creo que tengamos que ser conscientes de eso, ni de tratar de ser fieles a este siglo ni a sus preocupaciones, porque ustedes están efectivamente inmersos en este siglo. Ustedes tienen cierta voz, cierta identidad y forma de escribir y no podrían escaparles aunque quisieran. Entonces, ¿por qué molestarse en ser moderno o contemporáneo, si no se puede ser otra cosa?”.
De igual manera, el periodista y locutor argentino Antonio Carrizo indaga en la historia de su familia, en la que destacan valerosos miltares, y le pregunta si es valiente o complejo. Borges responde:
“Mis abuelos eran gente bastante simple, eran gente de acción; yo desgraciadamente soy bastante complejo, yo personalmente no soy valiente. Bueno, tengo valor cívico, eso sí; por ejemplo, durante la dictadura, todo el mundo sabía de qué lado estaba yo, de modo que, valor cívico, lo tengo, es lo único que tengo yo”.
Carrizo continúa:
–¿Hay más de dos Borges?
–Bueno yo sospecho, como Stevenson, que cada hombre es una multitud; sin duda hay más. Herman Hesse dijo: “Todo hombre incluye toda la humanidad” y Whitman también: “Soy multitudes”. Yo creo que somos multitudes, quizá seamos todos nuestos antepasados, pero además, todos los hombres que han vivido anteriormente y quizá, por qué no, los hombres venideros también. Somos una suerte de eternidad, un conjunto de ayeres, de presentes y de futuros.
Siguiendo con la misma entrevista, se le pregunta con qué escritores muertos le gustaría conversar:
“Me gustaría conversar con Bernard Shaw, con Conrad... con Kipling tal vez no; debe de haber sido un hombre muy difícil, muy áspero, muy solitario, muy desdichado”.
En un seminario dado en la Universidad de Columbia un estudiante le pregunta:
–Usted cita muchas fuentes en su obra, de muchas lenguas de todo el mundo y me gustaría saber si tales citas son reales o inventadas.
–Algunas, lamento decirlo, son reales.
Otro estudiante comenta sobre un de sus cuentos acerca de una enciclopedia....
–Supongo que usted se refiere a “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, cuento en el que el mundo entero está siendo modificado por una enciclopedia. Lo escribí cuando era bastante joven. Hoy ya no intentaría ese tipo de cosas; después de todo, quiero cambiar. Ahora abrigo esta modesta ambición: quiero ser otro, quiero escribir de otra forma, de una forma inesperada.
Termino pues mi brevísimo tributo a Borges y me quedo con eso último que dijo sobre renovarse, sobre ser otro y escribir de manera distinta, insospechada y, tal vez, irreconocible. Porque siempre se puede ser otro, aunque uno siempre crea –o quiera– ser el mismo.