Cultura

Aprenda a discernir

Diario me llegan al celular una carga de noticias de todo tipo. Las leo por la mañana y a medida que avanza el día se van actualizando. El problema es que las fuentes que componen las noticias no son todas confiables y abundan las notas alarmistas, las fake news, los ganchos que llevan a reportajes sensacionalistas y a un mundo de basura que no tiene ni pies ni cabeza.

Con frecuencia leo frases interesantes que despiertan mi atención y sobre las cuales debemos ensayar precaución; “Expertos afirman”: Es raro ver en estas notas la referencia específica de los “expertos”, y eso porque ningún experto opinó semejante cosa. Y cuando sí ponen nombres, resulta que ni son expertos ni están capacitados para opinar al respecto. “Investigadores de una prestigiosa universidad”; volvemos al tema del anonimato y la ambigüedad: en tanto que no se revelen tanto el nombre de la institución y de los investigadores (y, de ser posible, los textos científicos publicados en reconocidos medios) no hay nada qué discutir.

“Se ha revelado que” o “De buena fuente se sabe que” o “No es ningún secreto que”, todo esto apunta hacia la misma dirección: lo único que verdaderamente sabemos con toda certeza es que aquí nadie sabe nada de nada.

En suma: si no hay mención de una universidad, persona real, publicación científica, una referencia confiable y verificable no se debe tomar en serio, nunca. En ningún perdiódico o revista seria le van a publicar un artículo que, exhibiendo algo sensible por parte de una persona o institución, no esté respaldado por datos duros. Tiene que haber evidencia detrás de una declaración de esa naturaleza o, según el tipo de publicación, por lo menos una agenda de razonamientos o planteamientos lógicos que permita la discusión inteligente que pueda conducir eventualmente a algo concreto. De no ser así, esas publicaciones caen dentro de otra clasificación, como pasquines, panfletos y tabloides amarillistas y sensacionalistas. Pero, ¿sabe una cosa? puede ser que, después de todo, Elvis siga vivo, los Iluminatti controlen al mundo, la Tierra sea plana, las vacunas no funcionen y que exista una sociedad de antropoides reptilianos viviendo en cavernas.

Y dejo en claro que no estoy en contra de los tabloides y sus noticias fantásticas: son, de hecho, un tipo de literatura, porque no son fake news, son noticias fantasiosas, absurdas, increíbles y bizarras. Yo mismo he ensayado este genero muchas veces en mis redes sociales. Pero hay que tomarlo como lo que son.

El caso es que presentamos esta tendencia a creernos cualquier cosa. Y estas noticias se adecúan a lo que usted está dispuesto a creer, quizá por un tipo de debilidad de percepción. El problema es no solo a aceptarlas, sino peor: defenderlas.

El problema somos los medios; exaltamos opiniones de chiflados como Paty Navidad y Miguel Bosé y lo hacemos porque representa un flujo de gente, un rating, una oleada de likes. Pero en el fondo sabemos perfectamente bien que se tratan de sandeces y que nadie en su sano juicio creería semejantes barbaridades. ¿Podemos ponernos de acuerdo y ser selectivos a la hora de publicar cosas de otros? Porque aquí no hay reflexión que valga; es el equivalente a ponerse a discutir con los que afirman que la Tierra es plana, que nunca llegamos a la Luna y que las vacunas no funcionan. Uno sencillamente no discute con esos tarados. Y por lo mismo uno tampoco debería retuitear ni amplificar sus opiniones. Pero, como dije, lo hacemos porque nos conviene. Vaya manga de hipócritas y convenencieros que somos. Chisqueados los hay por todos lados; se cuentan en cientos de miles, cuando no en millones. Todo depende de qué tanta atención les pongamos. Eso es trabajo de psicólogos, antropólogos y comunicólogos; entender qué mierda tienen en la cabeza esas personas y cuál es el efecto de aplaudirles sabiendo que están locos. Entiendo que los disparates de Paty Navidad nos parezcan graciosos, ocurrentes, alucinados y divertidos, pero al final tienen eco en otras mentes limitadas y tergiversadas que realmente creen lo que ella dice. O sea, un tarado hablándole a otros tarados los cuales le aplauden y festejan sus chiflazones. Insisto: amplificar opiniones absurdas complica las cosas, hay que detener eso. Las celebridades y políticos que sueltan toda esa cantidad de mamadas no entienden que sus palabras tienen un poder y ejercen un efecto concreto en un segmento de la población. Hay que establecer un acuerdo, desarrollar una cultura de ignorar las declaraciones que vayan en contra del sentido común, de las cosas que nos pueden hacer daño y de todo aquello que tenga un efecto contundente en el bienestar mental y físico de las personas. Como decir que el covid es una farsa y que las vacunas no funcionan, por ejemplo. Y esto incluye no contestarle a estas personas ni en su muro ni en otros medios, simplemente ignorarlas.

Hagamos, pues, dos cosas: aprender a discernir qué informaciones son reales (no creíbles, eso es cosa que tiene que ver con el método de comunicación, no con el contenido) y mantener lo más callado posible a estúpidos y chiflados que propalan información falsa y perniciosa.

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Adrián Herrera
  • Adrián Herrera
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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